13 06 2024 TREINTA AÑOS ESPERANDO UNA DECISIÓN
Entre la barahúnda de cuestiones que en los últimos meses han agitado la vida nacional, con el correspondiente reflejo también en la local, me parece que ha pasado desapercibida una sencilla noticia que apareció hace unos días para a continuación perderse en el magma informativo sin dejar tras sí más que un levísimo rastro y ningún comentario añadido. Como esa indiferencia me parece injusta, la traigo aquí para intentar hacer algunas consideraciones sobre el caso. Se trata de la decisión municipal de iniciar los trámites para proceder al desalojo del inmueble situado en la calle Obispo Valero, número 8, hace años en situación de ocupación ilegal. Ojo: iniciar los trámites no significa que vamos a ver resuelto el problema en cuestión de días. Ya sabemos que en Cuenca el tiempo tiene una medida especial que permite la prolongación indefinida de cualquier cuestión, por pequeña que sea, de modo que esta, como todas las demás, puede ocupar meses e incluso años antes de que llegue a un final feliz. Que es, por otro lado, lo que viene sucediendo con el asunto que se encuentra en la base y origen del problema y que no es otro que la siempre postergada ampliación del Museo de Cuenca, pendiente de muchas cosas pero entre ellas y básicamente, de que pueda quedar disponible el mencionado edificio.
El Museo de Cuenca (o Arqueológico,
como todavía algunos antiguos gustan de decir) fue inaugurado en su actual
ubicación, la Casa Curato de San Martín, el 23 de mayo de 1975 aunque había
abierto sus puertas al público varios meses antes y ello tras haber vivido un
periodo de provisionalidad en el edifico de El Almudí. Para llevar a cabo la
instalación, el Ayuntamiento de Cuenca cedió al Estado el edificio número 12 de
la calle Obispo Valero y con estos pasos burocráticos y administrativo se pudo
llegar a la apertura con una disposición que pudo resistir muy pocos años
porque se estaba produciendo ya entonces y se incrementó posteriormente, una
auténtica explosión de hallazgos arqueológicos en toda la provincia de manera
que en muy poco tiempo la instalación museística empezó a conocer el agobio que
produce la abundancia cuando recae sobre un espacio reducido. La primera
víctima fue la sección de Bellas Artes, que había quedado montada en la planta
superior, con obras de arte contemporáneo, especialmente con salas dedicadas a
Marco Pérez y Fausto Culebras.
Comenzó entonces el larguísimo
proceso encaminado a conseguir la ampliación de aquella primera organización
museística y para ello hacía falta disponer de los dos inmuebles colindantes,
los números 10 y 8. Durante los años transcurridos desde la
implantación de la democracia, todos los directores del Museo han intentado
desbloquear el problema proponiendo diferentes soluciones, bien para toda la
manzana edificable o solo para el espacio ya disponible, sin éxito. Según unos
datos informados hace años, en las salas apenas si es posible exponer el 15%
del material existente, que se encuentra almacenado en unas naves. En
ocasiones, el ministerio llegó a aprobar un presupuesto para intervenir en el
número 10, pero ante las dilaciones del Ayuntamiento en conceder la licencia de
obras, el dinero previsto se derivó hacia otras ciudades, sustituyendo esa
actuación por otra, al año siguiente, de mantenimiento.
A partir de 2004 se producen
sucesivos acuerdos para llevar a cabo la ampliación del Museo, sin que en el
enorme espacio de tiempo transcurrido desde entonces los diversos organismos
implicados hayan sido capaces de llevar a cabo este propósito. En cambio, sí
han surgido mientras algunas ideas peregrinas, como la del delegado de la Junta
de Comunidades, Rogelio Pardo que en agosto de 2012 se sacó de la manga la idea
de trasladar el Museo al edificio de Ars Natura, cerrado el mes anterior por la
señora Cospedal, lo que alarmó en forma notable a todos los implicados en el
mundo de la cultura.
En
2015 el Consorcio de la Ciudad de Cuenca aprobó un presupuesto calculado en
diez millones de euros para poder afrontar la reforma y al año siguiente la Junta
de Comunidades presentó en el ministerio el proyecto museológico, que incluía
el discurso expositivo, relación de piezas propuestas, necesidades de
restauración de las colecciones, montajes, dotación de espacios para talleres,
biblioteca y sala de conferencias, con los datos necesarios para poder hacer la
convocatoria de las obras pero… seguía pendiente el asunto de la posibilidad de
disponer del espacio para actuar sobre él. Y es que a la situación deficiente
del inmueble número 10 se une la peculiar del número 8, desde hace muchos años
ocupado ilegalmente, en condiciones ciertamente precarias, sin que el
Ayuntamiento haya encontrado hasta ahora la manera de solucionar este
conflicto, que incluye naturalmente ofrecer a las personas que allí viven,
niños incluidos, una solución digna y satisfactoria.
A primeros
de 2016 volvió a resucitar el viejo proyecto de la ampliación, en el que se
contemplaba derribar por completo el inmueble número 10, propósito que, en
contra de las costumbres conquenses, donde todo vale, provocó la reacción de un
grupo de ciudadanos que puso el grito en el cielo ante la posibilidad de que se
llevara a cabo semejante destrucción de un valioso inmueble, sin haber intentado
siquiera repararlo y fue tan enérgica la protesta que el Ayuntamiento reculó y
dejó las cosas como estaban.
Y
siguen estando, porque en Cuenca los años pasan, los problemas permanecen, todo
está siempre en estudio, pendiente de que ocurra alguna especie de milagro que,
cual varita mágica, haga surgir de la nada el remedio a lo que aquí parece
imposible de resolver. La Junta de Gobierno Local reunida el 26 de abril de 2017
aprobó iniciar las actuaciones necesarias para la recuperación del inmueble,
mediante una negociación con los okupantes del número 8 para ver la posibilidad
de trasladarlos a alguna vivienda de titularidad pública. Que es, más o menos,
lo mismo que se ha acordado ahora, siete años después. Uno, que pese a los años
de experiencia sigue teniendo un punto de optimismo y confianza, cree que, a lo
mejor, en este caso la madeja sí se puede desenredar y, quizá, poner al fin en
marcha la maquinaria que permita no solo habilitar un moderno, amplio y cómodo
Museo de Cuenca, sino también resolver el cochambroso y mugriento espectáculo
que ofrecen esos inmuebles, tanto en la calle Obispo Valero como en la Plaza de
la Ciudad de Ronda.
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