10 04 2025 CALLES LARGAS, BIEN ENREJADAS, EN ALMODÓVAR DEL PINAR
Es un lugar común, en esta serie de artículos viajeros por la provincia de Cuenca y otros escritos por diversos autores, lamentar que los nuevos trazados de carreteras (sobre todo las autovías) hayan dejado al margen el tradicional paso por el interior de las poblaciones, con lo que tal cosa lleva consigo en cuanto al desconocimiento generalizado de los encantos de muchos pueblos a la vez que introduce en estos sitios una especie de sentimiento de marginación al verse aislados en medio del tráfico que pasa a escasos kilómetros. No ocurre tal cosa en Almodóvar del Pinar, donde confluyen dos carreteras importantes, la actual CM-220 (que muchos indicadores aún siguen denominando N-320) en dirección Albacete y la CM-211 que abre el camino más corto hacia la región levantina por Minglanilla, sin olvidar la CUV-5043 a Paracuellos y las Chorreras del Cabriel, como puntualmente también se indica. Es cierto que estos caminos asfaltados no entran directamente en el casco urbano, pero sí cruzan algunas de las calles y eso permite, al menos, echar un vistazo rápido y percibir algo de lo que en este lugar se puede encontrar aunque, como suelo escribir, es mejor parar y pasear.
Esta
situación cambiaría si algún día la carretera CM-220 se
transformara en autovía Cuenca-Albacete (como los políticos suelen anunciar en
campaña electoral, una vez tras otra y así van pasando las décadas) lo que llevaría
consigo, como en todos los casos conocidos, la eliminación del paso por el
interior de Almodóvar del Pinar. Al perder el paso del tráfico Almodóvar
perdería también una de sus circunstancias sociales y económicas más estables,
porque ese carácter de cruce de caminos ha formado parte secular del sentido
histórico del lugar hasta convertirse en un punto neurálgico de la parte baja
de la Serranía de Cuenca, situación favorable que propició la pujanza de la
arriería y el comercio de las maderas de los montes inmediatos.
Históricamente,
Almodóvar del Pinar ha sido un punto fundamental en el transporte carretero que
dinamizó la economía castellana en las Edades Media y Moderna, hasta el punto
de que aquí estuvo la más numerosa Hermandad de la Real Cabaña de Carreteros,
que llegó a contabilizar 2.566 reses de carretería, en su mayor parte bueyes
destinados al tiro de las carretas, de las que se calcula habría un millar
disponibles para el tráfico de materiales. Cuenta Fidel García Berlanga que “se
organizaban en cuadrillas y cada una la formaban 30 carretas, 60 bueyes en los
tiros y 30 de revezo. Esta carretería inmensa trabajaba de abril a primeros de
diciembre en transportar el azogue de Almadén a Sevilla. La potente familia de
los Fúcares era la que movía con su fortuna este portento de transporte de
nuestra Manchuela. Cerca de dos mil quintales cada viaje, la carga de un barco,
porteaba esta Hermandad carretera para embarcar rumbo a Méjico. Allí lo
precisaban para entrar en aleación con la plata de por allá”. Por
los servicios prestados por estos carreteros a la cabaña real quedaron exentos
de quintas y milicias.
La estructura urbana está muy bien definida, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los pueblos serranos conquenses, que suelen ofrecer un entramado callejero enrevesado. Por el contrario, este conjunto destaca por su excelente trazado urbanístico, realizado en el siglo XVIII. Aquí es posible señalar con claridad el trazado de las calles en perpendicular, a partir del centro marcado por la Plaza Mayor, donde se levantan la iglesia y el ayuntamiento. De todas ellas destacan tres, de gran longitud y singularmente una, la denominada de manera expresiva calle Larga, con su trasera, la calle del Crucero. En ellas, junto a las casas populares, hay varios edificios señoriales de interés. Sus casas, aunque de arquitectura rural ordinaria, ofrecen en algunos casos -pocos ya- un balcón de madera llamado tambanillo, propio del lugar, formado por una elegante y sobria balconada de madera cubierta con un audaz tejaroz, elemento que, en ocasiones, se complementa con un airoso dintel de configuración clásica y también algunas rejas. Se encuentran sobre todo en la calle Larga (se puede ver desde la gasolinera) cuyo recorrido puede hacerse con miradas alternativas a las aceras de uno y otro lado, pues hay ejemplos suficientes en ambas. Cualquiera que sea la dirección del paseo, por arriba o por abajo se puede continuar yendo a la calle de al lado, la del Crucero, donde se repite el esquema, quizá con un poco menos de brillantez formal pero igualmente atractivo. Pero además del recorrido a través de las calles Larga y sus paralelas, está la bien ordenada Plaza Mayor, con el edificio municipal, la iglesia (muy interesante) y al lado el edificio del antiguo Pósito, también merecedor de ser contemplado como ejemplar sobreviviente de una antigua costumbre agrícola-económica de suma utilidad para los pueblos. Y sin olvidar, al borde de la carretera, la impresionante fábrica de la antigua iglesia de San Vicente Ferrer, abandonada ya para el culto y preparada para servir de centro cultural.
Junto a las casas
populares, de arquitectura rural ordinaria, hay varios edificios señoriales de
interés, algunos de ellos con rejería tradicional de muy buena calidad. Al
borde de la carretera y circundado por ésta se encuentra el pequeño cerro que
fue el punto original de la población, en el que estuvo la estructura
fortificada, de la que se mantienen restos de uno de los cubos de la muralla; a
su lado estaba antiguamente el Pozo de
En el borde del recinto urbano, al
comienzo de la calle Larga y frente a la gasolinera se puede apreciar la
imponente imagen de la iglesia de San Vicente Ferrer, construida a comienzos
del siglo XIX por iniciativa particular y adquirida modernamente por el
Ayuntamiento que la ha restaurado con la intención de dedicarla a centro
cultural. Es un edificio de considerable volumetría que lo hace aún más
llamativo hasta incluso llegar a ser sorprendente su presencia en este lugar, y
en el que destaca su noble portada clásica. Claro que más sorprendente aún es
saber que este local fue destinado durante años nada menos que a cine y luego
aún prestó diversos servicios como centro de reunión, granero, almacén
municipal, etc.
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