27 01 2022 AÑORANZA DE UNA PLAZA MAYOR DIFERENTE
No soy experto en redes sociales. Para decirlo con precisión, solo conozco bien una de ellas, en la que entro de vez en cuando y de la que no siempre salgo satisfecho. Me incomodan las expresiones soeces que algunos exhiben como muestra de atrevida modernidad pero, sobre todo, siento un profundo desagrado ante la proliferación de ese mal de nuestro tiempo que es la desinformación, la mentira difundida de manera consciente, los bulos maliciosos que, sorprendentemente, otras muchas personas dan por buenos sin parar a pensar de dónde vienen, quienes los propagan y con qué intención perversa empiezan a correr alegremente de acá para allá. Entre esa maraña de cuestiones, de la que es conveniente huir como de las plagas bíblicas o las pandemias modernas, se deslizan con cierta frecuencia comentarios e imágenes que aspiran a traer al presente los recuerdos nostálgicos de un pasado que ya no existe y que tampoco podrá volver nunca. Los edificios perdidos, el puente de piedra de San Pablo, la