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Mostrando entradas de enero, 2022

27 01 2022 AÑORANZA DE UNA PLAZA MAYOR DIFERENTE

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  No soy experto en redes sociales. Para decirlo con precisión, solo conozco bien una de ellas, en la que entro de vez en cuando y de la que no siempre salgo satisfecho. Me incomodan las expresiones soeces que algunos exhiben como muestra de atrevida modernidad pero, sobre todo, siento un profundo desagrado ante la proliferación de ese mal de nuestro tiempo que es la desinformación, la mentira difundida de manera consciente, los bulos maliciosos que, sorprendentemente, otras muchas personas dan por buenos sin parar a pensar de dónde vienen, quienes los propagan y con qué intención perversa empiezan a correr alegremente de acá para allá. Entre esa maraña de cuestiones, de la que es conveniente huir como de las plagas bíblicas o las pandemias modernas, se deslizan con cierta frecuencia comentarios e imágenes que aspiran a traer al presente los recuerdos nostálgicos de un pasado que ya no existe y que tampoco podrá volver nunca. Los edificios perdidos, el puente de piedra de San Pablo, la

20 01 2022 HUBO UNA VEZ UN CARRO DE CÓMICOS

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  E l tópico acuña la idea de que el ser humano es un animal de costumbres cosa que, al parecer, también confirman algunos estudios científicos. Lo acepto, sin mayores discusiones. Cierto que también disponemos de cierta capacidad para improvisar en algunos casos, pero siempre dentro de los límites que a cada cual impone sus propias circunstancias y, desde luego, estando de manera mayoritaria sujetos a la sucesión   rutinaria de una amplia serie de cuestiones cotidianas que repetimos constantemente, todos los días, desde la higiene mañanera hasta la mecánica de ir a comprar el pan. Hasta que, por algún motivo, se corta alguna de esas operaciones y el ritmo costumbrista se interrumpe o cambia de sentido.             Durante muchos años, Cristian Casares venía a verme un día, generalmente en fechas próximas a la primavera, para contarme sus cuitas, siempre en torno a sus proyectos (más bien sueños), que en los últimos tiempos tenían un leitmotiv concreto: el empeño por sacar adelante,

13 01 2022 ABANDONO U OLVIDO DE UN EDIFICIO HISTÓRICO

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  Hay varias opciones callejeras para ir, caminando, entre la parte alta y la nueva de la ciudad. Las más utilizadas, me parece, son las que pasan por delante de la puerta de El Salvador o la que sigue la línea principal por Alfonso VIII, Andrés de Cabrera y Palafox. Entre ellas hay varias alternativas de menor uso pero una, personalmente, me resulta muy atractiva y la hago con cierta frecuencia, bajando por la calle de la Esperanza para ir en busca del Huécar y la calle del Agua. En ese camino es inevitable darse de frente con un espectáculo que, con el paso del tiempo (años ya) se ha convertido en deprimente porque pone de manifiesto una cierta impotencia para intervenir con eficacia en el mantenimiento y recuperación de los edificios que forman parte del patrimonio urbano de esta ciudad. En este caso yo diría más: sospecho que el Ayuntamiento incluso se ha olvidado de que existe un edificio llamado El Almudí (o El Pósito), que es de su propiedad, envuelto ahora en una horrorosa mall

06 01 2022 UN HORIZONTE DE LÍNEAS MUY CONFUSAS

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Probablemente el término “desconcierto” es el más adecuado para intentar definir, de una manera concisa y clara, lo que nos ha sucedido en el año que ahora acaba. Desde ese sentimiento impreciso, resulta muy difícil poder establecer conclusiones de ningún tipo y eso explica la multiplicación de explicaciones ambiguas. Las cosas ya no son como eran y nadie sabe cómo van a ser, empezando por el inconcebible problema que ha traído consigo la evolución de la pandemia, aquel virus que desaparecería a los pocos meses, en cuanto llegara el calor y que ha podido sobrevivir ya a dos veranos, sin que en el horizonte haya la menor perspectiva de su desaparición radical. Al contrario, cada vez más tenemos la seguridad de que ya no se va a ir, lo que nos obligará a periódicas vacunas, como una costumbre más incorporada de manera rutinaria a nuestras vidas.             Esta realidad es desconcertante, pero también lo es la desorientación implantada en los poderes públicos llamados a gobernar, some