CUANDO CARRETERÍA ERA UN BARRIZAL
Termina
el año sin que se haya producido la esperada noticia que debería haber
desvelado el misterio sobre el destino que espera a Carretería. Imagino que
alguien sabe lo que se está preparando o se quiere hacer, pero por ahora se
mantiene oculto, como si fuera un preciado tesoro conveniente de guardar en
secreto. Digo yo que en algún momento habrá que sacarlo a la luz. El año que
ahora acaba hubiera sido propicio, porque hace ahora justamente cien años, en
1925, se dio a Carretería el aspecto que anda por ahí multiplicado en docenas
de fotos que sirven para alimentar recuerdos y añoranzas.
Hasta
esa intervención, la que ya era la principal calle de Cuenca ofrecía un aspecto
lamentable, un auténtico lodazal de polvo en tiempo seco y de barro cuando
llovía. Se puede hacer toda una antología de comentarios periodísticos, como
este que se puede leer en El Mundo del 16-06-1911: “Ayer tarde,
No fue, desde luego, la solución
definitiva, porque es norma siempre vigente entre los seres humanos, más aún
entre los políticos, cambiar de manera constante lo que hay para sustituirlo
por otra cosa que, dicen, será mejor. La Carretería elaborada en 1925
sobrevivió hasta que en 1957 el ente municipal decidió poner manos en el asunto
y con el pretexto de mejorar la iluminación se aprobó un presupuesto
extraordinario para llevar a cabo la pavimentación. El pleno del 24 de abril de
ese año adjudicó las obras a una empresa madrileña en la cantidad de 3.900.000
pesetas. Otro pleno, el del 15 de octubre, aprobó el proyecto de nueva
instalación de alumbrado, que el 17 de diciembre se adjudicó a la misma empresa
que estaba haciendo la urbanización, con un presupuesto de 405.655,90 pts. Dos años
después, a finales de 1959 se recibieron definitivamente las obras y así quedó
definida la Carretería que hemos conocido durante toda la segunda mitad del
siglo XX. A esa etapa activa corresponde la foto de Pascual que ilustra este
comentario.
Naturalmente, esa tampoco fue la
solución definitiva, porque como ya he dicho, a los Ayuntamientos les encanta
estar continuamente haciendo cambios y obras, siempre para mejorar, según
dicen. Y así ocurrió que el 22 de enero del año 2000, el personal se quedó
sorprendido al recibir la destacada noticia de que el consistorio quería
convertir Carretería en una calle peatonal, aceptando así la sugerencia
presentada por quien entonces era el presidente de los empresarios y ello,
cosas curiosas de la vida, en contra de la opinión mayoritaria de los
comerciantes de la zona. No entraré aquí en más detalles sobre este curiosísimo
asunto, que daría para escribir una novela entera, tales y tantas fueron las
peripecias que envolvió su desarrollo, incluyendo dos cambios de corporación
municipal, cada una de ellas con sus propias ideas, como es cosa habitual entre
nosotros y sin dejar de lado la constante polémica ciudadana sobre el acierto o
el error que tuvo la implantación de aquella idea, que finalmente pudo entrar
en vigor en 2011 y ahí la tenemos, hasta hoy.
Ahora nos vemos ante la perspectiva
de que máquinas y técnicos van a volver a poner sus manos, más o menos
habilidosas, sobre la maltratada Carretería, que ya no es un barrizal ni una
polvisca constante y que tampoco está continuamente llena de coches, aunque la
cruzan tantos que uno duda mucho que realmente sea una calle peatonal. Qué se
quiere hacer, qué ideas se manejan, qué proyectos ha imaginado el grupo
pensante es, por ahora, un misterio que alimenta la inquietud de los
escépticos. Por lo menos, hace ahora justo cien años, en 1925, nuestros
antepasados sí sabían lo que se estaba haciendo.

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