13 07 2023 VILLAESCUSA DE HARO, UN BELLO RECINTO URBANO
Para llegar hasta aquí, en territorio
manchego, el viajero ha debido pasar cerca, a escasos metros, de una imagen
extraordinaria, la del Castillo de Haro, alzado melancólicamente en lo alto de
un cerro circundado por el Záncara. Todos los castillos, puede decirse, ofrecen
-sobre todo desde la distancia, cuando se les contempla con una cierta
perspectiva lejana- una hermosa imagen, a la que es posible aplicar un adecuado
repertorio de tópicos, pero este de Haro nos sirve de manera magnífica para ejemplificar
correctamente esa rica variedad de matices. A sus pies, el molino de
Escuchagrano dormita, apagadas sus muelas, cansada de trabajar la maquinaria
surgida en la Edad Media, arrastrando desde entonces un mágico esplendor
laboral hasta los albores de la modernidad, cuando la electricidad se llevó
consigo todo este mundo. El castillo hoy no es más que una residencia familiar
que pasa más tiempo abandonada que ocupada. La aldea que había existido en las
inmediaciones, de carácter eminentemente agrícola, se fue despoblando paulatinamente
hasta llegar al vacío total. Y así, el castillo fue quedando cada vez más solo
hasta llegar a la situación en que hoy lo vemos, totalmente solitario y vacío,
durmiendo un sueño permanente en lo alto del pequeño cerro que le sirve de
sostén, ostracismo del que sale de vez en cuando, si alguien siente la
tentación de comprarlo para usarlo como segunda residencia familiar.
Eso tiene que ver con el pasado, con
historias que se remontan a la Edad Media, a los tiempos de la conquista
cristiana encabezada por Alfonso VIII. El presente nos lleva de la mano a
Villaescusa de Haro, situada en una zona llana, bajo la protección de varios
cerros y rodeada de olivares y viñedos. Estuvo cercada y en el siglo XVI aún se
mantenía en pie parte de la muralla, que había tenido tres puertas. En la
actualidad y después de las modificaciones propias del paso de los años,
Villaescusa de Haro conserva uno de los más interesantes y atractivos trazados
urbanos de la Mancha conquense, con el añadido de varios notabilísimos
edificios. Son varias y vistosas las antiguas casonas de piedra señorial, en
las que no faltan rejas y blasones, además de elementos de equipamiento urbano
muy interesantes, como la fuente pública y lavadero, pero también casas
sencillas, normales, bien cuidadas, con gusto, ofreciendo en general un aspecto
pulcro que da homogeneidad estética al conjunto.
Subsisten restos muy escasos de la
antigua cerca, una torre y el antiguo hospital de la villa. El grueso
arquitectónico del lugar corresponde a construcciones del siglo XVI. En una
colina inmediata a la villa se levantan aún los restos de tres molinos de
viento, aunque solo uno, cuya antigüedad se calcula en unos 400 años, conserva
una mínima estructura. En el paseo por el casco urbano, se pueden encontrar
edificios que maravillan por su noble prestancia, como el de la antigua
Carnecería y Panera, del siglo XVIII, o el arco de sillería que durante mucho
tiempo estuvo vinculado al Ayuntamiento.
En la calle de San Pedro, empinada y
blanca, orientada directamente hacia la iglesia y sin ningún ornamento
artístico de especial importancia, nacieron nueve u once obispos, que no hay
acuerdo entre los cronistas sobre el número exacto. La antigua Universidad es
ahora una casa rural, de patio muy abierto sobre el que mira, elegante,
distante, orgullosa, una bellísima ventana gótica, mientras que el antiguo
Palacio de los Ramírez sirve ahora como Ayuntamiento de la villa, a cuyas
dependencias interiores se accede a través de un hermoso patio porticado del
siglo XVI.
El convento de los dominicos está en trance de ser salvado, si culminan
las obras de reconstrucción que inició la Diputación. Construido a mediados del
siglo XVI, impresiona por el poderío de su fábrica y por la imaginada actividad
de los monjes en su interior; quedan en pie suficientes restos de la iglesia,
entre ellos la portada del primer Renacimiento, formada por un arco triunfal
con apoyo sobre pares de pilastras y coronada por un ático con hornacinas y
escudos orlados con guirnaldas, una bella composición que hace imaginar cómo
podía ser el conjunto en sus momentos de plenitud. La calle inmediata sigue
llevando el nombre de Huerta de los Frailes, aunque donde hubo lechugas,
tomates y quien sabe qué otras gracias hortelanas habitan hoy solamente el
hormigón y el cemento.
El antiguo convento de los dominicos es una pieza esencial en el
recorrido urbano por las calles de Villaescusa de Haro, pero la joya de la
corona es la iglesia de San Pedro, también levantada en el siglo XVI, bajo
inspiración renacentista, pero en la que -y es cosa digna de ser destacada- se
respetó la capilla dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, que responde a los
criterios del gótico-isabelino. La fundó el obispo Diego Ramírez para que
sirviera de enterramiento familiar y para ello no solo se preocupó de dirigir
la obra por sí mismo, sino que además la dotó con una capellanía formada por
seis religiosos, cuatro diáconos y dos acólitos. Se llega a ella por la nave
del Evangelio, a través de una triple arcada adornada con multitud de labores y
estatuillas; es de planta cuadrada que en la parte superior se convierte en un
octógono y contiene una finísima labra
de piedra en arcos, capiteles, celosía, ventanales, produciendo en general una
impresión fastuosa, la que genera una obra de tales características artísticas
en la que destaca, sobre todo, el impresionante retablo dedicado a una
escenificación de la vida de la virgen María, para concluir en su Asunción a
los cielos, episodios que se pueden seguir, con un carácter verdaderamente
didáctico, a lo largo de los paneles que forman la obra, que siendo gótica,
apunta ya las maneras y las tendencias que en estos momentos estaba
incorporando el Renacimiento.
Villaescusa de Haro es un magnífico relicario de obras de arte pero es
también un lugar encantador, con calles limpísimas y muy bien ordenadas, en las
que trasciende a cada paso la pureza de su contenido y en el que, desde luego,
merece la pena entrar a ver y disfrutar de su contenido urbano.
Comentarios
Publicar un comentario