20 07 2023 MASEGOSA, PUERTA DE ENTRADA AL ALTO TAJO
En estos días de agobiante calor puede estar bien orientar los pasos hacia lugares que, teóricamente al menos, puedan resultar más frescos, aunque con lo que está cayendo sobre nuestras cabezas probablemente no hay sitio alguno en el que poder esconderse, pero por si acaso, podemos mirar hacia los parajes escondidos en la Serranía de Cuenca donde parece (sólo parece) es más fácil encontrar algún respiro ambiental. Y en esa orientación hacia las cumbres serranas podemos ir a parar a un pequeño sitio encantador, de nombre Masegosa, vinculado históricamente a la cercana villa de Beteta, de la que fue aldea y que hoy permanece anclado, como lo ha estado siempre, en el corazón de un paisaje espectacular que abre la puerta al acercamiento al Alto Tajo, uno de esos espacios de generosa belleza con que la naturaleza ha querido premiar a nuestra provincia.
El nombre del pueblo permanecía escondido
en las brumas de la historia, sin especial relieve, hasta que recientes
investigaciones arqueológicas han puesto de relieve algunos restos que dan fe
de la presencia de unos restos procedentes de la época musulmana, lo que anima
a profundizar en la búsqueda de nuevos indicios. Pero más allá (o más acá, en
el tiempo presente), lo que podemos encontrar es un pequeño lugar, situado en
una hondonada protegida por las altas montañas que lo
circundan, a una altitud de 1300 metros, esto es, menos de 200 de la cadena
montuosa inmediata. El pueblo está bastante bien conservado en cuanto a sus
características rurales, con alguna edificación que responde a las
características tradicionales de la casa serrana, con abundancia de tejados,
fachadas de mampostería vista, etc.
El
caserío, muy agrupado, aparece en el plano dividido en cuatro sectores, al
cruzarse en el centro dos carreteras, la que procede de Tragacete y el
Nacimienteo del Cuervo por un lado, y la de Beteta que, a su vez, continúa
hacia Lagunaseca, Santa María del Val y Poyatos, caminos todos ellos muy
recomendables para quienes gustan de conocer espacios abiertos.
En
El Tormagal está en el profundo descenso
que se lanza con auténtico vértigo hacia la profundidad del valle, por donde
corre un juvenil e impetuoso Tajo, recién nacido, pero ya con ínfulas de
poderío, dispuesto a hacerse grande a medida que va cruzando llanuras y
montañas hasta penetrar en el océano Atlántico, mientras acaricia la dulce y
hermosa Lisboa. El Alto Tajo es uno de esos inmensos regalos, otro más, que la
naturaleza ha hecho a la provincia de Cuenca y no estoy muy seguro de que todos
seamos conscientes de esa realidad. Pero aquí está, para quien quiera verlo y
disfrutar del frescor y limpieza de sus riberas.
Gracias, José Luis, por acordarte de los serranos masegoseños. Sabes que aquí tienes algunos amigos.
ResponderEliminarGracias. Eso siempre es un estímulo
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