24 11 2022 EL DESAFÍO GLOBAL TIENE FORMA GASTRONÓMICA

 


     La noticia de que la ciudad de Cuenca ha sido elegida para figurar como capital española de la Gastronomía el año próximo ha sido recibida con general complacencia, a pesar de que una amplia mayoría de vecinos desconoce al detalle qué significa tal cosa y aunque todo el mundo puede intuir que los beneficiarios directos del acontecimiento serán sólo aquellos que tienen propiedades o intereses en el sector responsable de proporcionar comidas generosas a quienes se pueden permitir hacer tales gastos, circunstancia que, desde luego, no está al alcance de todos. Pero esos matices y otros similares no importan demasiado en la valoración que se puede hacer de tal regalo que, podemos intuir sin especiales problemas, es algo positivo. Como sabemos todos, esta ciudad (la provincia también) viene sufriendo en los últimos años algunos considerables disgustos que influyen negativamente en el ánimo colectivo, de manera que no viene nada mal alguna alegría. Es como lo que ocurre cuando el equipo de fútbol consigue algún título, generando una alegría compartida incluso por aquellos que no tienen interés alguno en tal deporte, o como la satisfacción que sentimos cuando un paisano consigue un premio, del tipo que sea, que igualmente nos satisface como si todos fuéramos el escritor, pintor o artista galardonado.

     Por eso comprendo y justifico sobradamente la explosión de júbilo de todos los que ocupan algún cargo público y me parece mezquino que otros disimulen y miren para otro lado, prefiriendo mantenerse al margen de la alegría generalizada, que debería ser un sentimiento colectivo y no solo monopolio de unos pocos, pero en esto, como en todo, cada cual reacciona como mejor le parece y, por supuesto, es muy dueño de hacerlo.

      Lo ocurrido estos días me ha traído a la memoria una experiencia similar, pero con resultado bien distinto. Me refiero a cuando a alguien se le ocurrió promover la candidatura de Cuenca como capital europea de la Cultura para el año 2016 y quienes entonces tenían voz y voto en tales asuntos se lanzaron a la piscina alegremente, sin comerlo ni beberlo ni encomendarse a los santos celestiales en demanda de protección y, lo que es peor, sin adoptar ni una sola de las medidas prudentes que permitieran dar alguna garantía a semejante plan, con el resultado lógico: a las primeras de cambio, la candidatura conquense fue eliminada, tan inconsistente era, y las demás ciudades propuestas siguieron adelante hasta la votación final que, por cierto, se decantó a favor de San Sebastián. Naturalmente, agua pasada no mueve molino y aquello fue un mal trago que ahora se puede recordar como cosa anecdótica y poco más,

      Cumplida satisfactoriamente la primera parte del trámite concursal, que es haber ganado la nominación, ahora viene lo más interesante, o sea, el desarrollo del plan que debe existir para que ese título tan pomposo se lleve a la práctica y empiece a caminar a partir del próximo uno de enero. Yo imagino que quienes están en el meollo de este asunto son conscientes de que la ciudad de Cuenca tiene unas enormes posibilidades turísticas, acompañadas de un no pequeño repertorio de problemas, necesidades o dificultades (utilice cada cuál la palabra que le parezca más adecuada) entre los que hay algunos que se refieren justamente al sector gastronómico, el que ha sido reconocido por el jurado para ser distinguido con la capitalidad nacional. El título, por sí sólo, no es suficiente ni garantiza nada. El desarrollo práctico, la aplicación concreta de lo que significa, es lo que realmente interesa y a ello hay que aplicar imaginación, propuestas, iniciativas y un planteamiento propagandístico que debe salir de nuestro estricto ámbito local y provincial para llegar hasta el último rincón del país. Cualquiera que oiga la radio o lea periódicos o viaje a otros lugares sabe que existen mensajes publicitarios emitidos por muchas ciudades, cosa en la que Cuenca siempre ha sido muy timorata. La situación demanda exactamente lo contrario: es absolutamente imprescindible que el resto del mundo sepa que aquí está la Capital española de la Gastronomía. Como es ciertamente conveniente que el sector gastronómico local haga examen de conciencia y analice los detalles que deben ser mejorados o corregidos para conseguir ofrecer un resultado globalmente satisfactorio, que justifique plenamente el título recibido y, que no olvidemos, va a tener una pervivencia de un año entero. Esto no es la semana de la tapa, o del puchero, o la fiesta del marisco, o una cata de vinos. Esto va en serio y sería muy conveniente que todo el mundo se lo tomara así, en serio.

 

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