26 09 2020 CORREGIR A TIEMPO UN DESASTRE PATRIMONIAL
Entre los variados tópicos utilizados en la escritura o la oratoria se encuentra la afirmación de que rectificar es de sabios, que viene a propósito si en alguna ocasión, rara, desde luego, alguien acepta reconocer que se ha equivocado. Podríamos creer que la frase en cuestión es un aforismo griego o un proverbio chino pero no, tiene un origen más cercano en el tiempo. La dijo el poeta inglés Alexander Pope, que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII; en realidad, la frase completa, tal como él la expresó es: “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Y esta última parte del tríptico es la que ha pasado a la posteridad de manera tan prolífica.
Vienen estas palabras como preámbulo a la
sorprendente e inesperada rectificación que se acaba de producir en el suceso
lamentable del puente romano sobre el Moscas en la Casa de la Mota. Ahí, en ese
punto, casi escondido de las miradas humanas, por su discreta ubicación y
porque había sido literalmente sepultado entre una maraña de hojarasca y
vegetación, ha estado dormitando durante siglos un pequeño, encantador
puentecillo que cruza el río, a la entrada misma de Cuenca. Cuando su nivel de
deterioro parecía condenarlo a un próximo y definitivo desastre, Ayuntamiento y
Diputación concibieron el benemérito proyecto de restaurarlo y consolidarlo
para que pudiera vivir unos cuantos siglos más. Lo que no dijeron es que el
plan incluía, realmente, ocultar el puentecillo bajo una construcción moderna
y, encima, estridente, que viene a ser como un golpetazo insultante sobre el
discreto paisaje de esa zona.
Se han emitido ya algunos comentarios
en redes y yo mismo preparaba la artillería para este artículo cuando se ha
producido lo que digo al comienzo, o sea, la orden de interrumpir las obras y
volver a estudiar el caso para orientarlo de otro modo. Como en esta bondadosa
ciudad estamos bien acostumbrados al sostenella y no enmendalla, norma
implacable en el gremio político, que aquí haya ocurrido lo contrario es cosa
digna de admiración. Esperemos ahora a ver cómo se traduce esta interrupción.
La considerable sabiduría de Santiago
Palomero dejó escrita, en su imprescindible obra sobre las vías romanas en la
provincia de Cuenca, que “responde al tipo de puente de vano único, formado por
arco de medio punto y bóveda de sillería” y apuntaba ya, en 1987, fecha de
edición de su obra, que “su estado de conservación es malo, debido a que los
sillares de arenisca se han deteriorado con el paso del tiempo, aunque esto no
afecta a su estabilidad, que es buena”. Es fácil imaginar que casi 35 años
después la situación no ha mejorado nada, sino al contrario.
Podría abrirse también un capítulo
para establecer quien o quienes fueron los autores de ese disparatado proyecto,
qué opinión formularon los arqueólogos que siempre informan tales actuaciones,
cómo pudo ser aprobado, por qué los organismos que se encargan de la
conservación del patrimonio no intervinieron a tiempo, de qué manera se subastó
y adjudicó la obra y finalmente, cómo no hay una inspección que actúe a tiempo,
tan pronto se ve lo que está sucediendo. En todo caso, podemos ahorrarnos los
reproches y pensar amistosamente que ha sido un mal sueño, del que es posible
despertar. Me queda la duda de si esa construcción es solo un pastiche
superpuesto al puente original, sin que se hayan dañado las delicadas piedras
de la estructura, porque esto sí que sería un desastre. Confiemos en que la
suerte nos acompañe y por terminar con un tópico similar al del inicio,
corramos un tupido velo, con la esperanza de que el sobresalto no se repita.
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