20-07-2019 LAS CASAS COLGADAS OCULTAS A LAS MIRADAS
Las Casas Colgadas ocultas a las
miradas
Da un poco de grima contemplar cómo se encuentra
ahora el edificio más emblemático de Cuenca, el que sintetiza el espíritu de la
ciudad, al menos de puertas para afuera, el más fotografiado, con mucha
diferencia sobre cualquier otro. No hay mayor reclamo turístico que las Casas
Colgadas y más aún si se las pone en relación con el vecino Puente de San
Pablo, formando ambos elementos el paradigma simbólico que tanto atrae a
nuestros visitantes y, a lo mejor, incluso a los propios conquenses. Los
aficionados a fotografiar el venerable edificio tienen ahora una mala época; si
acaso, queda un leve resquicio en los ventanales que se asoman a la hoz del
Huécar pero el resto del inmueble se encuentra como vemos, envuelto en la
imprescindible malla protectora que oculta lo que está pasando en el interior,
una situación que invita, naturalmente, a las más arriesgadas elucubraciones.
Porque cabe preguntarse qué está ocurriendo ahí dentro, que están haciendo,
cómo nos lo van a devolver, al menos la parte, importante, que está siendo
remodelada, que la otra, la del Museo, sí está visible y visitable. Pero el
otro sector del edificio, el que fue famoso y apetecido restaurante, el sitio
al que era imprescindible acudir para cualquier celebración de postín (incluso,
por ejemplo, si unos príncipes recién casados venían a Cuenca durante su viaje
de bodas), ese lleva ya cancelado y en mísera posición de abandono una
eternidad.
Rehacer la historia de este desastre nos llevaría
mucho tiempo y no pocos lamentos. Basta recordar que el mesón-restaurante se
cerró en el año 2013, poniéndose en marcha entonces el lentísimo proceso para
una rehabilitación que afronta problemas de tipo estructural en forjados
y cubiertas junto con el deterioro de las fachadas, principalmente en los
recubrimientos de caliza; han de renovarse las carpinterías, en especial las
balconadas de la fachada a la hoz y deberá modificarse por completo la
instalación eléctrica, fontanería, saneamiento y climatización. Cuando se
anunciaron las obras, los voceros de turno, con su habitual optimismo,
adelantaron que todo el siempre laborioso proceso administrativo debería
desarrollarse de modo tal que en el verano de 2018 pudiera quedar abierta la
nueva instalación. Aunque soy algo despistado, me temo que esa fecha ya se ha quedado
muy atrás. No lo critico, no es mi intención, solo deseo aportar un dato,
acompañado del bondadoso deseo de que el largo camino de amarguras concluya
pronto y sea cuando sea, pero pronto, la ciudadanía en general pueda recuperar
el disfrute íntegro de las Casas Colgadas, incluyendo en ello poder ir a comer
o cenar en las ocasiones propicias.
Se que a los
puristas no les gusta esta consideración de las Casas Colgadas como lugar
emblemático, simbólico, de la ciudad de Cuenca. En cuanto pueden, nos recuerdan,
como si no lo supiéramos, que el edificio, tal como lo vemos hoy, es un pastiche, una recreación, una invención de
Fernando Alcántara en los años 20 del siglo XX, rematada por Francisco León
Meler en la década de los 60 del mismo siglo. Entre uno y otro ayudaron a
forjar la imagen y el contenido de tan singular como llamativo inmueble, último
ejemplo superviviente de la que fue, según todos los indicios, una abundante
colección de casas voladas sobre la Hoz del Huécar, que hoy solo podemos conocer
a través de las innumerables postales que han podido llegar hasta nosotros.
Desde un punto de vista práctico, me parece completamente inútil a estas
alturas discutir sobre la pureza o trasgresión ético-arquitectónica que pueda
esconderse detrás de lo que hoy conocemos. Porque eso, lo que hay y tenemos es,
a mi juicio, lo que importa. El cómo fueron antaño o para qué sirvieron son
historietas del pasado que tienen su valor, como todas las antigüallas, pero
que no afectan para nada a la esencia actual del caso, el que verdaderamente
interesa. Las Casas Colgadas, estas que hoy tenemos, son el símbolo de la
ciudad. Y merecen ser vistas, admiradas, fotografiadas, en directo o con
selfies. Dénse prisa en terminar las obras y eliminen cuanto antes esa
espantosa malla metálica que nos oculta la maravilla que hay dentro.
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