27 02 2025 ALCÁZAR DEL REY, PLÁCIDO SOSIEGO JUNTO A LA AUTOVÍA
Hay
una circunstancia común a los pueblos que un día estuvieron asentados en la
travesía de una carretera principal y luego perdieron esa condición, cuando la modernidad
(y las conveniencias del tráfico) introdujeron otros trazados más eficaces,
autovías, por ejemplo o se hicieron desvíos para rodear el casco urbano y
evitar precisamente el paso por el interior, cosas ambas que tuvieron una
enorme repercusión en la estructura social y comercial de tales lugares, muy
condicionados por el constante trasiego de vehículos y las paradas que algunos
de ellos pudieran hacer, lo mismo para tomar un café que quizá para comprar
algún producto en una de las tiendas gastronómicas o artesanales. Perder ese
trajín cotidiano resultó traumático para muchos de esos pueblos. De todos los
que conozco, Alcázar del Rey me ha parecido siempre de los que quedaron más
desamparados, más desangelados, porque la travesía era larga en duración y
amplia en anchura, formando el auténtico eje que articulaba la organización
espacial del pueblo, un trayecto que los naturales cuidaban y tenía bien
adornado, con abundancia de macetas y flores, en sencillo homenaje a quienes
por allí cruzaban.
Todo ello se perdió y el pueblo,
como tantos otros, se vino sentimentalmente abajo para pasar a vivir una
existencia anodina, que solo se altera cuando vuelven los emigrantes a casa o
son las fiestas. Está situado en la zona de transición de la
Alcarria a la Mancha, en una suave hondonada que forma el valle del río
Riánsares, por aquí un caudal apenas perceptible menos, desde luego, que el
trasvase Tajo-Segura que sí se puede apreciar con toda nitidez, en esa espera
permanente (casi eterna ya) de que algunos de los misteriosos poderos públicos
que gobiernan ese país dictamine su cancelación definitiva.
La palabra "alcázar" tiene
inevitables e indiscutibles resonancias árabes. Sin embargo, ni en las crónicas
históricas existe ninguna mención ni en la actualidad queda rastro alguno de
ese presunto alcázar (castillo, torreón o fortaleza) que dio nombre al lugar y
que, de haber existido, tendría una finalidad protectora sobre la ciudad de
Huete, que fue conquistada por los cristianos varios años antes que Cuenca.
Aunque no hay evidencias ciertas, algunos indicios apuntan a que pudo haber un
torreón en la zona elevada en que ahora se ubica la iglesia y que pudo tener un
origen árabe. La caída del territorio en manos cristianas, a mediados del siglo
XII llevó consigo la destrucción del posible torreón y consolidada la conquista
de Huete, Alcázar (que ya entonces se llamaba así) quedó incorporado al Alfoz
de esta ciudad, situación que pervivió hasta que en 1559 logró ser eximida como
villa con término propio, adscrita a la corona y en ese momento recibió el
apelativo Del Rey, que conserva hasta ahora.
El núcleo
central del casco urbano lo articula la Plaza Mayor, en la que se encuentra el
Ayuntamiento, de nueva construcción, pero el viario aparece condicionado por la
travesía de la antigua carretera, convertida en auténtico eje del trazado
urbano, con un recorrido zigzagueante de un extremo a otro y en el que
prácticamente ha desaparecido toda la construcción tradicional. La
calle del Progreso es el último resto aún apreciable de lo que fue la
estructura inicial del pueblo. Había también una gran Casa del siglo XVIII, con
importante rejería y blasones (que describe Manuel Real Alarcón) y que fue
hundida.
A falta de edificios civiles nos queda la iglesia parroquial es una valiosísima construcción renacentista. Situada en la parte más alta de la población, a la que domina con su poderosa arquitectura, visible desde todos los ángulos (e incluso desde la autovía), es una iglesia de grandes proporciones, que contrasta con la sequedad decorativa del interior. Ya he comentado antes que existen versiones, en absoluto contrastadas ni documentadas, que sitúan en este lugar una posible instalación defensiva, quizá un torreón musulmán sobre cuyas ruinas se hubiera construido la iglesia en la segunda mitad del siglo XVI por Diego de Praves, que trabajó en ella entre 1579 y 1582.
Tiene dos
portadas, enfrentadas entre sí, en cada una de las fachadas laterales. La
orientada al norte es la más vistosa, formada por un arco de medio punto
enmarcado entre pilastras, sobre las que cruza el entablamento sobre el que, a
la vez, se apoya un segundo cuerpo con un frontón triangular y una hornacina
central a la que adornan molduras en forma de voluta. A los lados de este
segundo cuerpo, alineados con las columnas inferiores, se encuentran dos
escudos moldurados. En la fachada opuesta, la del mediodía, hay otra puerta,
mucho más sencilla, que actualmente es la principal de entrada al templo,
también de arco de medio punto en cuyo interior se inscribe otro formando una
hornacina. El interior del templo es francamente austero, aunque se pueden
admirar tres magníficas columnas cilíndricas a cada lado de la nave, sobre las
que apoyan la bóveda de pañuelo que cubre la central. Durante la guerra civil experimentó graves pérdidas artísticas
al ser destruidos o dañados la mayor parte de los retablos. Pero aparte las
consideraciones estéticas o artísticas, hay que decir que la iglesia de Alcázar
del Rey tiene una excelente ubicación espacial, dominando todo el paisaje
circundante y, por supuesto, el casco urbano que se sitúa a sus pies.
Uno de los elementos visibles es un
presunto molino de viento que se encuentra en las afueras del pueblo, junto a
una zona urbana llamada San Sebastián, en recuerdo de una antigua ermita de
esta denominación; es una construcción de planta circular y una altura
aproximada de seis metros, a la que el habla popular viene llamando Molino de
Viento, con la pretensión de que pudiera ser una instalación de este tipo.
Aunque se han realizado exploraciones arqueológicas con resultados no
concluyentes, casi es posible asegurar que, por sus dimensiones y estructura
interior, no es viable que esta construcción pudiera ser un molino, que hace
una década dio mucho juego porque la Asociación de Amigos del Paisaje de
Alcázar del Rey promovió un expediente encaminado a la restauración del
edificio para restaurarlo y utilizarlo, pero el proyecto encontró la enemistad
y oposición del Ayuntamiento, que no otorgó la oportuna licencia.
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