LUIS ROIBAL, UNA MULTIFORME ACTIVIDAD CREATIVA

 


Cuando empecé a oír el nombre de Luis Roibal la mención iba ligada a un comentario inmediato: es el pintor español que más vende en Estados Unidos y ese era, naturalmente, de manera muy directa, un elogio hacia la capacidad no sólo artística sino también comercial de alguien que aquí mismo, en España y en su ciudad natal, contaba con un moderado prestigio y el que gozaba no lo era solo por su habilidad con los pinceles y los lápices, sino también por otras actividades variadas que hicieron de su vida un continuo y entretenido trajín.

            Luis Roibal nació en Cuenca en 1930 y en sus años infantiles la memoria estuvo ligada al cine Royal, propiedad de su familia, un local situado en la calle Diego Jiménez, del que nos han llegado algunas fotografías sobre todo de una época posterior, cuando fue transformado en garaje. Aquí estudió el Bachillerato y también en su ciudad natal empezó a mostrar una incipiente inclinación artística que le llevó a dibujar de manera incontenible, a trabajar como profesor de Dibujo en la Casa de Beneficencia y a formar parte, como colaborador gráfico del periódico Ofensiva. Todo ello hasta que fijó su residencia en Madrid para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde obtuvo el título académico. A partir de 1950 fue exponiendo su obra tanto en muestras individuales como colectivas, alternando las técnicas de pintura, dibujo y grabado. Pronto comenzó a recibir premios y distinciones, en principio en el terreno local conquense y luego en el ámbito nacional pero sujeto inquieto, como pocos, desarrolló una multiforme actividad creadora, en el ámbito de la publicidad, la ilustración y el diseño, sin abandonar nunca la pintura y el grabado. Trabaja en el diseño industrial y artesanal, artes gráficas y técnicas publicitarias, incluyendo el cine a través del NO-DO y varias productoras como asesor, director artístico y decorador. A través de su propia empresa Roibal Films produce documentales industriales, culturales y publicitarios. En esos años primerizos ganó en 1957 el concurso para realizar el cartel de la Semana Santa de Cuenca.

            Director de arte de la empresa publicitaria Alas, fue también fundador y director de la galería de arte llamada igualmente Alas. Diseña publicaciones publicitarias tanto privadas como oficiales e ilustra libros, artículos de prensa y revistas. Contratado como técnico por la Presidencia del Gobierno, en 1970 es nombrado director de la Empresa Nacional de Artesanía actuando como responsable del Plan nacional para la recuperación y conservación del diseño tradicional y desde esa atalaya funda y dirige Artesapaña, especializada en el desarrollo artesanal y la decoración y rehabilitación de contenedores culturales y turísticos, a través de la cual diseña armas blancas y accesorios para uso militar y comercial, además de dirigir la instalación de los nuevos Paradores de Turismo (Santa Catalina en Jaén, Segovia, Bailén, Gredos, San Francisco en Granada, Puerto Lumbreras, Burgo de las Naciones en Santiago de Compostela, Almagro, Manzanares, Chinchón y otros muchos), además de llevar a cabo el diseño y montaje de un gran número de hoteles, tanto en España como en el extranjero Igualmente llevó a cabo la dirección técnica para el montaje de exposiciones como la Feria del Campo, Iberia Mart, la Feria del Atlántico, la 1ª Feria internacional del Turismo, etc. Todo ello sin dejar nunca de pintar, exponer y vender.

            Hay una dimensión muy interesante en esta prolífica actividad y que tiene una derivación muy concreta hacia Cuenca. Experto en antigüedades y en los mecanismos que mueven el mundo del arte, proporcionó sus conocimientos y contactos para aportar al casco antiguo de la ciudad elementos decorativos (rejas, escudos, portadas y portalones) procedentes de lugares que estaban siendo abandonados y a los que él tenía acceso desde su puesto oficial. Era la época en que se llevó a cabo la recuperación de las calles y rincones tradicionales conquenses que pudieron salvarse de un imparable proceso de ruina. Vistos ahora esos elementos, podría pensarse que siempre estuvieron ahí, que forman parte de la herencia tradicional de la arquitectura conquense. Pues no: muy pocos son originales. La mayoría fueron traídos aquí desde otros lugares que se estaban deshabitando y Luis Roibal fue el encargado de localizarlos, decir dónde estaban y cómo podían adquirirse. Aún pudo alcanzar una vinculación más directa con su ciudad natal, si el Ayuntamiento hubiera mantenido el propósito de establecer un Museo Municipal, cuya dirección encargó a Roibal y que sería instalado en El Almudí, donde incluso se le proporcionó vivienda familiar, pero aquello fue un sueño que duró lo que el alcalde que tuvo la iniciativa, porque ya se sabe que es norma consagrada que en Cuenca cada alcalde nuevo desmonta los planes del anterior y así se evaporó el nunca visto Museo Municipal. A esa época corresponde una impresionante colección de dibujos de la ciudad, que publicaba en el Boletín Municipal. Y ello sin renunciar a su dimensión internacional porque, por ejemplo, en abril de 1999 se encontraba preparando una exposición con destino a una sala de Nueva York con el tema monográfico “Grandes Magnicidios”, en la que pretendía reflejar una veintena de sucesos dramáticos protagonizados a lo largo de la historia del mundo, desde la muerte de Cristo al asesinato de Kennedy.

            Los últimos años de su vida fijó la residencia en Uña y allí tuve ocasión de entrevistarme con él en varias ocasiones, hasta la última prevista, que ya no se pudo celebrar, porque murió en 2018 y me dejó pendiente algunas cosas que yo imaginaba curiosas sobre su época como asesor artístico del Ayuntamiento de Cuenca, en la que diseñó no sólo el Museo y ennobleció las calles del casco antiguo además de atesorar algunas experiencias que había mantenido en silencio y que probablemente sería interesante poder conocer.  Ya sabemos que la muerte siempre deja muchas cosas pendientes, y sin remedio.

Quienes tengan curiosidad por conocer algo de la obra de Roibal pueden acercarse a la iglesia de San Felipe y contemplar los cuadros incorporados al retablo mayor donde, además, se pueden entretener en intentar identificar algunos de los personajes pintados y relacionarlos con seres humanos vivos y conocidos, que le sirvieron de modelos. Más cosas se podrían decir, pero con esto es suficiente, creo, para cubrir el hueco que pueda producir la ignorancia de su nombre que, como tantos otros que estas semanas voy desgranando en este papel duermen el ingrato sueño del olvido.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

22 02 2024 UNA IMAGEN SERRANA EN MEDIO DE LA CIUDAD

18 01 2024 LA PLAZA MAYOR, ENTRE LA AÑORANZA Y LA INSATISFACCIÓN

04 07 2024 NO LE TOQUÉIS MÁS, QUE ASÍ ES LA ROSA