28 11 2024 ANGEL MARTÍNEZ SORIANO, DE PELDAÑO EN PELDAÑO
La cultura estadounidense, tan presente en nuestra sociedad y costumbres, sobre todo a través de películas y series de televisión, ha consagrado entre nosotros la figura del ser humano que se hace a sí mismo, con ejemplos valiosísimos de personas que desde una extracción social muy baja pueden llegar a ocupar puestos de relieve en política o en empresas, acumulando simultáneamente poder y dinero. De esos casos se conocen muchos y aceptamos como cosa normal que en aquél poderoso país, todo es posible y que estas cosas, siendo minoritarias, no son excepcionales, sino que se producen con relativa frecuencia. Es probable que en otros lugares, el nuestro, por ejemplo, también se pueden dar tales casos y alguno ha habido bastante llamativo, pero reconozcamos que no es lo normal o, dicho de otra manera, que es más difícil.
Hay uno, sin embargo, que me parece
encaja bastante bien en el esquema que he intentado definir en el párrafo
anterior: Ángel Martínez Soriano nació en Cuenca en 1921 y creció en el seno de
la Casa de Beneficencia, donde compartió, en esa etapa de niñez las penurias y
las tristezas propias de una institución, por otro lado ejemplar, pero desde
tan mínimo peldaño, que se encuentra en la parte más baja de la escala social, fue subiendo pausadamente, a fuerza de trabajo y
estudios, hasta ingresar en la Caja
Provincial de Ahorros de Cuenca, en la que fue escalando puestos
desde el primer nivel hasta alcanzar el de director general en el momento de su
jubilación. Ingresó en la entidad, entonces en su primer año de existencia, en
1946, en que fue designado con carácter interino, Auxiliar Administrativo. Un
año después pasó a la plantilla de la entidad, de manera definitiva y en 1948
fue confirmado en su empleo. Tras aprobar un examen para ascender a Oficial
Segundo, recibió esta categoría en 1949. Ascendió a Oficial Primero durante el
año 1951 y a Jefe de Negociado en 1953, siendo designado para el departamento
de Secretaría. En 1956 ascendió a Jefe de Sección de cuarta categoría. Al año
siguiente fue creada la plaza de Secretario General, cuyo desempeño le fue
encomendado. Finalmente, en 1978 fue designado Director General Adjunto y en
1984 Director General, para cubrir la vacante producida meses antes por la
jubilación de Antonio Caraballo Catalán, De esa forma, subiendo de peldaño en
peldaño, el modesto educando de la Casa de Beneficencia de Cuenca había llegado
a la cúspide de la empresa más sólida de la provincia, la que tenía en su
plantilla mayor número de empleados y la que manejaba el más potente capital
económico.
Esta historia personal es también,
en paralelo, la de una institución que parece haber pasado al olvido y de la
que, por lo que yo deduzco, muy poco saben los miembros de las nuevas
generaciones, que seguramente ignoran que aquí, en esta provincia humilde y
solitaria, se dio forma a un gigantesco esfuerzo colectivo que, mediante el
ahorro, peseta a peseta, pudo llegar a constituir una de las empresas
financieras más rentables del país. Fue, sin duda, la más extraordinaria y
ambiciosa iniciativa de carácter económico emprendida por la Diputación Provincial
de Cuenca al decidir en 1944 fundar una Caja Provincial de Ahorros que en sus
años de existencia vinculada al ente corporativo demostró sobradamente una
enorme vitalidad, convirtiéndose pronto en la primera empresa de Cuenca, con
unos resultados económicos y sociales de excepcional envergadura. El triste
final con el que esta ejemplar actividad fue castigada no empaña, en absoluto,
su meritoria existencia anterior.
Medio millón de pesetas fue el
capital fundacional y un humilde despacho, en la planta baja del Palacio
Provincial, el reducido habitáculo en el que trabajaban dos empleados, un
cajero y un botones. Las actividades concretas de
En medio de ese devenir, casi desde
el inicio, está la figura de Ángel Martínez Soriano, que se jubiló a tiempo, en
1986, antes de poder ver el desastre que se avecinaba cuando en 1992 se
emprendió la alocada aventura de formar Caja Castilla-La Mancha, cuyo
desventurado final sí que aún debe estar claro en la memoria de las gentes.
Tras su retirada, la Asamblea General de la que todavía era Caja de Ahorros de
Cuenca y Ciudad Real aceptó la propuesta del Consejo de Administración,
nombrándole Consejero de Honor de la Entidad. Tres años después, el 14 de junio
de 1989, fue objeto de un homenaje con ocasión de haberle sido concedida la
Medalla individual al Mérito en el Ahorro, que se le impuso en un acto
celebrado en el salón de sesiones del Consejo de Administración.
Esta
actividad profesional la compaginó con la política. Fue concejal del
Ayuntamiento de Cuenca, en dos etapas diferentes, responsable de las
actividades culturales y, por ello, comisario de las Semanas de Música
Religiosa. Al instaurarse la democracia ingresó en Unión de Centro Democrático,
partido por el que accedió a un escaño en el Congreso de los Diputados en las
primeras elecciones del nuevo periodo. Volcado también en la organización de
Vinculado de manera personal y
sentimental a la Casa de Beneficencia, durante toda su vida promovió
iniciativas en favor de la entidad asistencial, que tuvo en él un protector
ejemplar. Murió en Cuenca, donde siempre vivió y trabajó, en 2012.
Comentarios
Publicar un comentario