VINDICACIÓN DEL ALTO TAJO

 


Este artículo tiene un origen, que se ha modificado posteriormente por algo que luego diré, con el fin de que la cosa quede totalmente clara. El origen o punto de partida es el conocimiento de un libro reciente, que lleva la firma de un autor experto en el tema y el respaldo de una editorial no solo de prestigio, sino igualmente experta en la materia, como lo avalan los muchos libros ya publicados. No prolongaré más el misterio: el libro en cuestión es una exhaustiva Guía del Alto Tajo y lo firma, como digo, un autor digno de total respeto, amparado por una amplia documentación de todo tipo (textos, gráficos, mapas, fotografías, datos). Con esa presunta garantía empecé a pasar páginas con el sano propósito de ampliar mis conocimientos sobre un paraje por el que siento antigua y prolongada predilección. Cuando llegué al final del texto sólo tenía un sentimiento: estupefacción. En esas 140 páginas no se menciona una sola vez la palabra Cuenca, no se cita ni uno solo de los parajes situados en la provincia de Cuenca que forman parte del Alto Tajo y no se alude a ni uno solo de los pueblos vinculados a esa zona.

            Como digo, ese era el origen del artículo que el lector tiene en estos momentos ante la mirada, pero como esa omisión me parecía muy fuerte he ido a buscar otras fuentes, las oficiales y ahora sí que el desconcierto es total. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, consejería de Desarrollo Sostenible, incluye una página web dedicada al Alto Tajo, provincia de Guadalajara, en la que igualmente, como en el libro antes citado, todo el texto, toda la información, se refiere exclusivamente a esa provincia, que se corresponde, efectivamente, con la margen derecha del río, como si no hubiera margen izquierda, que se encuentra precisamente en la provincia de Cuenca. Un puente muy simbólico, el del Martinete, sirve de enlace entre ambas riberas y, lógicamente, también entre las dos provincias. Para los responsables de la consejería, como para los autores del libro, el Tajo tiene solo una orilla; la otra, no existe.

            Para rematar la faena (o trilogía) una publicación tan respetable y prestigiosa como National Geographic publica un amplio reportaje cuyo título es muy explícito: “Viaje al Alto Tajo, el secreto más refrescante de Guadalajara”. Menos mal que luego, en el texto, sí hay algunas alusiones a que el parque también incluye un sector de la provincia de Cuenca.

            El parque natural del Alto Tajo fue establecido por la Ley 1/2000, de 6 de abril y en ella se explica, con toda claridad, que el paraje así protegido se encuentra ubicado en el Sistema Ibérico, a caballo entre el sureste de la provincia de Guadalajara y el noreste de la provincia de Cuenca, incluyendo 44 municipios, la mayor parte de la provincia vecina, pero contando también con Beteta, los montes de la ciudad de Cuenca, Cueva del Hierro, Masegosa y Tragacete. Hay más aún: por decisiones posteriores, la Junta ha protegido otros espacios con declaración específica, la de monumento natural, que se aplica al Nacimiento del Río Cuervo y al monte Muela Pinilla y del Puntal, ambos situados en la provincia de Cuenca y con la mención expresa de que se encuentran integrados en el parque natural del Alto Tajo.

            Me pregunto cuándo y por qué motivo, la provincia de Cuenca ha desaparecido tanto en el libro que cito al comienzo como en la información oficial de la consejería de Desarrollo Sostenible, para que el Alto Tajo quede reducido solo a Guadalajara. Y me pregunto también (y sobre todo) cómo no hay ninguna reacción en la provincia de Cuenca para poner las cosas en su sitio y el mapa donde debe estar. Pienso que un organismo como la Diputación Provincial debería hacer algo, si es que tiene ganas de hacerlo, claro.

            No es la primera vez que sucede algo parecido. En el puente de Vadocañas, sobre el Cabriel, la ribera izquierda, que corresponde a la provincia de Valencia, está perfecta y repetidamente señalizada; en la derecha, que es Cuenca, no hay ni un triste letrero manuscrito. Cualquier senderista de los que caminan por allí puede interpretar, con toda naturalidad, que el puente y el mismo río se encuentran en territorio valenciano, puesto que no hay ninguna información de que la otra orilla se encuentre en una provincia diferente. Más sangrante aún es lo que pasa en la aldea de Puente de Don Juan, situada en el término de Casas de Benítez, provincia de Cuenca, pero que ha sido literalmente apropiada por el municipio de Villalgordo del Júcar, provincia de Albacete, aprovechando que están más cerca y que a nadie parece importarle demasiado. Con lo sencillo que sería poner un simple cartel indicativo.

            Probablemente en el mundo global hacia el que caminamos y en el que ya estamos estas cuestiones de límites interterritoriales podrían considerarse unas minucias sin mayor importancia pero a la vez asistimos a un amplio movimiento reivindicativo de lo propio, lo local, lo minúsculo, aquellas cuestiones y matices que definen la personalidad de un pueblo o un territorio; de ello hay ejemplos sobrados, sin necesidad de que aquí haga un extenso panegírico de la cuestión. Más allá de lo que tiene que ver con la entidad propia hay también cuestiones prácticas que deberían tener consideración. La primera, el carácter estrictamente informativo: conviene saber dónde estamos y por qué sendas caminamos; para ello están los mapas pero también los indicadores situados en los espacios públicos y aquí es donde falla lo que toca a los responsables de la provincia de Cuenca, que no parecen muy interesados en identificar como es debido los lugares públicos. Y eso, en el caso del Alto Tajo, que está recibiendo un importante (y creciente) número de visitantes, viene a ser un imperdonable descuido, que merece una rápida y contundente modificación, en beneficio de la totalidad del parque y de los pueblos situados en esa hermosa zona que comparten, ojo, ¡comparten! las provincias de Cuenca y Guadalajara.

 

 

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