09 05 2024 RECUPERACIÓN DE UNA IMAGEN FAMILIAR
Generalmente, la presencia de andamios
cubriendo las fachadas de un edificio ofrece una imagen algo deprimente, por no
decir molesta, de manera que cuando al fin llega la hora de que esos artilugios
se desmonten y desaparezcan nos invade una especie de tranquilidad colectiva:
se va un implante artificioso y en su lugar aparece lo que había estado
envuelto en la oscuridad del misterio de unas obras que no se pueden percibir
más allá de esa capa envolvente. Y entonces recuperamos la plena visión del
edificio que se nos había secuestrado y todo vuelve a su ser natural, que en
este caso es el que han conocido docenas de generaciones durante al menos cinco
siglos, ya que El Almudí es un excelente ejemplo de
las construcciones del Renacimiento civil en Cuenca. Situado sobre el río
Huécar, casi en el borde mismo de la ciudad antigua, con entrada principal por
la calle que se llama del Pósito y muy cerca del lugar en que estuvo
Sobre
la complejidad del mercado de granos en los tiempos históricos se han publicado
varios importantes trabajos que, sin embargo, no agotan un tema que preocupó a
las corporaciones locales y a la corona durante siglos, porque el
abastecimiento de pan a la población era la primera y más urgente necesidad de
cada día y ello obligaba a establecer una regulación del mercado de trigo, como
materia primera imprescindible para la elaboración cotidiana del producto
alimenticio. De esta manera,
el almudí (llamado también en algunos sitios alhóndiga) es el edificio público
en que se centraliza la compra venta-del trigo, mercado único, controlado por
la autoridad, al que deberían dirigirse obligatoriamente los productores y los
compradores. Esta primera finalidad se vio ampliada luego con la de
almacenamiento, de manera que el poder municipal podía intervenir, en épocas de
bonanza, para adquirir trigo que conservaba hasta ponerlo a disposición de los
panaderos cuando éstos lo necesitaban. Posteriormente y en casos de necesidad,
sobre todo en los pueblos, el almudí sirvió no sólo para el cereal básico, sino
también para el depósito y comercio de otros granos y comestibles.
El edificio que conocemos
actualmente con el nombre de Almudí
fue construido a finales del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, por
encargo hecho desde el consistorio municipal al maestro
Durante la guerra de la
Independencia fue usado por las tropas invasoras para fines auxiliares, y a su
término, cuando se produjo la liquidación del antiguo régimen, los pósitos
fueron suprimidos y por tanto el edificio perdió ese carácter, para pasar a ser
almacén municipal y también, en algún momento del siglo XIX, hospital
psiquiátrico sin que faltara tampoco un espacio para servir de Escuelas
públicas. A partir de ese momento, la historia de El Almudí es la de una
sucesión de desgracias, algunas incomprensibles, que le fueron dando utilidad
cambiante, según las necesidades municipales de cada momento. Así, por ejemplo,
en 1909 aquí se instaló el Laboratorio Municipal y algo más tarde la Inspección
de Vigilancia de la Policía Local. Luego hubo una escuela de instrucción
militar, en 1934 era local de ensayos de
Con todo este trajín administrativo
y de servicios, el antiguo Pósito fue sufriendo toda clase de desperfectos y
modificaciones interiores, hasta quedar prácticamente irreconocible, lo que ha
obligado a sucesivas intervenciones recuperadoras. En el año 2020 una situación
casual puso en peligro la integridad del inmueble, al declararse un incendio en
la casa colindante, lo que afectó parcialmente a la cubierta. Para remediar
este y otros problemas estructurales, el Consorcio de la Ciudad de Cuenca
aprobó obras de rehabilitación que se iniciaron en abril de 2023 y que ahora
han terminado, al parecer felizmente.
Así
podemos recuperar la visión de este magnífico edificio, con fábrica de sillería
y mampostería, planta rectangular con dos alturas, noble portada clásica,
escudos y rejería, cuya línea arquitectónica responde en líneas generales a las
características del estilo Renacimiento. La construcción es severa y rotunda,
con poderosos sillares de piedra en las esquinas y con cubierta de teja árabe a
tres aguas.
El elemento exterior
más destacado es su bellísima portada, una de las más elegantes de cuantas
existen en Cuenca. Sobre la puerta campea
un espectacular escudo de Cuenca; a la derecha, en el centro de la fachada,
destaca un impresionante escudo imperial y hay otro más a la derecha, no
identificado. Son los escasos ejemplos que hay en la ciudad de escudos
policromados. En esa fachada hay un par de excelentes ejemplos de
rejería tradicional.
No quiero terminar sin
aludir a la zona inferior del inmueble, donde se ubica un pequeño espacio
independiente que durante años fue utilizado como Sala de Exposiciones (una
placa exterior todavía lo recuerda) y que debería volver a ser recuperada con
esa misma finalidad.
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