12 01 2023 UNA IMAGEN GRÁFICA DE HACE UN SIGLO
Hace unas semanas pronuncié una conferencia que tenía como eje central trazar una panorámica sobre los pasos iniciales que dio la ciudad de Cuenca, hace ahora justamente un siglo, durante la década de los felices años veinte, para diseñar el que habría de ser el futuro y ello a partir de la urbanización de las huertas que hasta esos momentos ocupaban el espacio comprendido entre el río Huécar y Carretería, proceso evolutivo que se organizó a partir del parque, entonces llamado de Canalejas y hoy de San Julián. En ese recorrido, que tiene mucho de nostálgico a la vez que de histórico e informativo, ofrecí un breve repaso por algunos edificios emblemáticos de la época que, por fortuna, siguen existiendo (alguno adulterado) y que nos ofrecen el reflejo de un tiempo muy concreto, en el que estaban en juego valores arquitectónicos y estéticos que, si se hubieran mantenido unos años más, ofrecerían hoy una visión urbanística del centro moderno de Cuenca bien diferente de la que hoy tenemos.
Ahora, repasando el contenido de mis
palabras de aquel día y también las fotografías que entonces proyecté en la
pantalla, caigo en la cuenta de que me olvidé un edificio que merece alguna
palabra de recuerdo y también la zona en la que se encuentra, hoy aparentemente
sin muchos valores que apreciar. Para no ser totalmente injustos, conviene
decir algo del sitio, la calle y el edificio en cuestión.
El antiguo camino de San
Antonio estuvo dedicado a almacenes y cocheras vinculadas al transporte en
dirección a Valencia y
Cuando se puso tal nombre, la
calle apenas si estaba insinuada en su comienzo, mientras se comenzaba a construir
la primera edificación de tal nombre, ganando sitio a aquellos almacenes y
cocheras que he señalado antes. Y así, en la acera de la derecha, haciendo
esquina con Hurtado de Mendoza, se levantó un excelente edificio decimonónico
que andando el tiempo siguió la suerte habitual de esta arquitectura, o sea, la
piqueta y con ella se fue el recuerdo de la delegación de Hacienda, que aquí se
situó cuando el inmueble se construyó, en 1914, luego fue sede de la Jefatura
Provincial del Movimiento, que estuvo en ese lugar tras la guerra civil y más tarde
la inspección de Educación, mientras en la planta baja se situaba el restaurante
Alaska, de feliz recuerdo, pues fue uno de los locales más populares de la
época por la generosidad y variedad de sus aperitivos y la calidad de su
cocina, muy apetecida para la celebración de reuniones sociales. Derribado el
inmueble y sustituido por otro que, como casi todos los modernos, no tiene
personalidad alguna, donde estuvo el Alaska se ubicó una oficina bancaria y
luego han sucedido otros establecimientos comerciales, como se puede comprobar
con un solo vistazo. Y ese es precisamente el edificio al que me refería al
comienzo de este artículo y al que corresponde la imagen que lo ilustra,
fotografía original de Cesar Huerta, personaje digno de que en algún momento se
le preste atención, eso que suele ser difícil de conseguir en una ciudad tan
olvidadiza. Abogado brillante, promotor de periódicos y revistas, alcalde de
Cuenca en un breve espacio de tiempo, pionero en el ejercicio de la fotografía
periodística, con la que fue testigo de su época, César Huerta Stern estuvo
dotado de un encomiable espíritu crítico que trasladó a sus muchos artículos en
la prensa.
En esa misma acera, pero hacia el centro de la calle,
estuvo el cine Royal, abierto antes de la guerra civil y en la de la izquierda
hubo otro cine posterior, el Alegría, en el bajo de un edificio igualmente
derribado, alusiones que son muy expresivas para señalar hasta qué punto se ha
modificado la edificación en esta zona. En el lugar en que estaba el Cine Royal
se situó, al término de la guerra civil, un Hogar de las Falanges Juveniles de
Franco, transformado en 1973 en el Hogar Juvenil “Sancho Dávila”. Luego el
edificio se derribó también y ahora está
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