15 09 2022 PREVISIONES URBANÍSTICAS PARA LA CIUDAD DEL FUTURO
En la sala de exposiciones del Centro Cultural Aguirre el habitual escenario que nos permite disfrutar de un interesante muestrario de la creatividad artística, ha sido sustituido este mes por una colección de fríos e incomprensibles paneles que quieren transmitir a la población conquense las ideas básicas que deben formar el nuevo Plan de Urbanismo de la ciudad. Paseo un rato por la sala, miro los paneles, elaborados con la vistosa tecnología que la informática moderna pone a disposición de los diseñadores técnicos e intento descifrar el mensaje que desde ellos se nos quiere transmitir. Mientras dura este pequeño ejercicio, nadie más, ninguna de las personas que cruza por la sala, siente la misma inquietud. Sencillamente, pasan de largo. Irónicamente, el título de la muestra a que me refiero dice: “Exposición pública para la participación ciudadana del documento de avance de innovación del Plan de Ordenación Municipal de Cuenca”. Me temo que la participación ciudadana está brillando por su ausencia. De hecho, he invertido un rato en realizar una búsqueda a través de la red y no encuentro ni una sola alusión a este tema, y tampoco conozco que en los medios de información se haya publicado artículo o comentario alguno, ni tengo noticias de que algún colectivo ciudadano, asociación vecinal o grupo preocupado por las cosas de la ciudad haya llevado a cabo pronunciamiento de ningún tipo. Ojo: que yo no lo haya encontrado no significa que no exista. A lo mejor sí Imagino, por ejemplo, que el colegio de arquitectos o alguna otra entidad profesional de parecido carácter sí estará estudiando la propuesta que hace el equipo redactor del Plan y a lo mejor un día de estos se pronuncia pero ello no anula la impresión que intento transmitir aquí sobre la falta de interés colectivo hacia un tema que afecta al conjunto de habitantes de esta ciudad y que deberían mostrar algún tipo de preocupación por lo que se está preparando para el inmediato futuro.
El actual Plan General de Ordenación
Urbana de Cuenca fue aprobado por la Junta de Comunidades el 20 de diciembre de
1995, lo que significa que lleva en vigor casi 30 años y que por tanto ha
superado con creces el plazo en que debería haber sido revisado, lo que ha
traído como consecuencia inmediata la aparición sucesiva de modificaciones
parciales, en total más de 50, que durante estos años han ido adaptando las
previsiones del Plan a la realidad o necesidad de cada momento. Durante este
periodo, las sucesivas corporaciones de los últimos años han intentado llevar
adelante la revisión del Plan, sin conseguirlo. Hay un bonito repertorio de
declaraciones de un alcalde detrás de otro anunciando la buena nueva, sin que ninguno
lograra llevar a buen término tan loable propósito. En la situación actual
incluso llegó a producirse el año pasado la anulación del encargo al equipo que
había obtenido la adjudicación del trabajo revisor del Plan, medida anulada por
los tribunales y por ello ha sido posible continuar adelante y llegar al punto
en que ahora nos encontramos. Si no hay nuevos tropezones, técnicos o
jurídicos, es posible que se pueda culminar este escabroso proceso y que Cuenca
vuelva a tener un Plan de Urbanismo en vigor, con todas las de la ley.
Este documento, aunque esté lejos de las
preocupaciones cotidianas de los habitantes de la ciudad, es de vital
importancia para garantizar el ordenado desarrollo de las actividades
urbanísticas y sociales del ámbito en el que debe aplicarse. Otra cosa es que
se cumpla y ahí la experiencia dice que tal previsión deja mucho que desear. El
primer Plan aprobado tras la guerra civil fue elaborado por el arquitecto
Manuel Muñoz Monasterio y aprobado en 1942. En líneas generales, preveía un desarrollo
residencial de tipo lineal siguiendo la carretera de Valencia y una zona
industrial al sur del ferrocarril, a lo largo de la carretera de Alcázar de San
Juan, completándose las zonas del ensanche con la demolición del Cerro de Los
Moralejos para dar lugar a una zona residencial importante, muy próxima al
centro de la ciudad. La idea se torció cuando el propio Ayuntamiento puso en
marcha el Poblado Obispo Laplana, con lo que la prevista zona industrial a lo
largo de la avenida de los Reyes Católicos se transformó en totalmente urbana,
mientras que la señalada con este carácter, en la carretera de Valencia, se fue
poblando con instalaciones industriales que todavía siguen conviviendo
absurdamente con la zona residencial.
Veinte años después se redactó un nuevo
Plan por los arquitectos urbanistas Alejandro Blond y Julio Cano Lasso, con la
colaboración del arquitecto municipal Francisco León Meler, que intentaban
corregir los desajustes (indisciplina urbanística, dicen ellos) producidos
hasta entonces y señalaban perspectivas para una ciudad de 75.000 habitantes,
ofreciendo ideas para controlar el “anárquico crecimiento experimentado en
estos últimos años”. Para mejorar la situación, los redactores proponían, entre
otras cosas, la supresión de los suburbios de Tiradores, San Antón y
Buenavista, porque “urbanizar debidamente
estos barrios sería más costoso que crear nuevas zonas urbanas de volumen
equivalente”.
Como no es mi intención, ni muchísimo
menos, hacer aquí una historia del urbanismo en Cuenca, sino solamente aportar
algunas notas sobre lo que ha sucedido hasta ahora, vuelvo al comienzo de este
artículo y a la cuestión que realmente me parece preocupante, esto es, la falta
de debate ciudadano, reflejo de un desinterés colectivo, sobre un asunto que
debería ser de interés prioritario para todos. En ocasiones anteriores (aún
recuerdo la última) el propio equipo redactor suscitó ese tipo de debates y
animó la participacion pública sobre sus ideas. Deduzco que en este caso tal
cosa no se está produciendo y la discusión, si existe o se produce, quedará
reducida al ámbito de los técnicos. Que la suerte les acompañe y acierten con
presentar finalmente un documento que sea práctico, comprensible y realizable.
Comentarios
Publicar un comentario