06 01 2022 UN HORIZONTE DE LÍNEAS MUY CONFUSAS
Probablemente el término “desconcierto” es el más adecuado para intentar definir, de una manera concisa y clara, lo que nos ha sucedido en el año que ahora acaba. Desde ese sentimiento impreciso, resulta muy difícil poder establecer conclusiones de ningún tipo y eso explica la multiplicación de explicaciones ambiguas. Las cosas ya no son como eran y nadie sabe cómo van a ser, empezando por el inconcebible problema que ha traído consigo la evolución de la pandemia, aquel virus que desaparecería a los pocos meses, en cuanto llegara el calor y que ha podido sobrevivir ya a dos veranos, sin que en el horizonte haya la menor perspectiva de su desaparición radical. Al contrario, cada vez más tenemos la seguridad de que ya no se va a ir, lo que nos obligará a periódicas vacunas, como una costumbre más incorporada de manera rutinaria a nuestras vidas.
Esta
realidad es desconcertante, pero también lo es la desorientación implantada en los
poderes públicos llamados a gobernar, sometidos de manera constante al juego de
la margarita en cuanto a la aplicación de medidas rigurosas que, nos dicen una
y otra vez los expertos, deberían estar en vigor hace ya muchos meses pero no
lo están, impedidas por las exigentes demandas del sector turístico-hostelero,
necesitados, es cierto, de trabajar para sobrevivir pero mal se puede hacer tal
cosa cuando los ingresos hospitalarios y las muertes caminan insensatamente
desbocados. Son tiempos confusos, ya lo dijo el sabio hace muchos siglos y la
multiplicación de los mecanismos difusores del conocimiento no nos ayudan a ver
un horizonte luminoso.
Si
de lo general y amplio descendemos a lo particular, lo más cercano, nuestro
limitado microcrosmos local y provincial, la sensación de confusión y
desconcierto camina alegremente a sus anchas. De las variadas cuestiones que
contribuyen a alimentar ese sentimiento (algunas de ellas van saliendo
semanalmente en esta columna) la que me produce más estupor es la derivada del
disparatado plan gubernamental para eliminar el trazado y el servicio del tren
convencional. Un asunto de este calibre hubiera recibido, en mejores tiempos,
un airado rechazo colectivo de todas las fuerzas sociales y políticas. En este caso,
no solo no ha ocurrido así, sino que un amplio sector de ellas se alinea a
favor de implantarlas, sin valorar cuánto de negativo y destructor hay en
semejante proyecto que va directamente en contra de las directrices de la Unión
Europea. En esa situación, se echan de menos movimientos como los desarrollados
felizmente en Soria y Teruel, que están ayudando de manera muy positiva a
potenciar la cohesión territorial en esas provincias. En Cuenca hubo un amago
de que podría ocurrir tal cosa pero ya hemos visto cómo esa posibilidad se ha
evaporado.
Con
esas perspectivas, ¿qué nos puede deparar el futuro? Echo un vistazo al listado
de cuestiones pendientes y me parecen tantas que no me atrevo a orientar mis
preferencias por alguna de ellas. La única que parece avanzar sin especiales
tropiezos es la construcción del hospital, pero de otras muchas, que llevan
años esperando, ya ni se habla. Entre ellas, para ilustrar este comentario,
elijo la del previsto Museo en la zona inferior de Mangana, proyecto que cumple
ya diez años de espera. Más tiempo lleva en esa situación la ampliación del
Museo de Cuenca (o Arqueológico). La implantación definitiva de la Colección
Roberto Polo parece que ya ha pasado a la historia sin que ninguna otra idea la
sustituya. El Bosque de Acero que se iba a revitalizar para darle alguna
utilidad (eso se dijo hace meses) vuelve a ser lo que viene siendo desde el
primer día, o sea, nada. Lo de los almacenes municipales en la avenida de los
Reyes Católicos es un Guadiana que va y viene según alguien se acuerda de
ellos, cosa que no ocurre con el utópico Palacio de Congresos que el presidente
Bono se sacó de la manga en una campaña electoral y que luego se quiso
alimentar con otra no menos fantasiosa medida inventada por García-Page para dar
utilidad al solar junto a la actual comisaría de policía. Y así podríamos ir
enhebrando un tema tras otro hasta cubrir una relación que, por cantidad y
calidad, obliga necesariamente a sentir un profundo pesimismo. Para este nuevo
año que ahora empieza deseo estar equivocado y que suceda exactamente lo
contrario, o sea, que se nos abra por delante un maravilloso horizonte de
ideas, realidades tangibles y ciertas, noticias positivas para esta ciudad y su
provincia. Empezando, por ejemplo, por llevar a cabo la musealización de
Mangana y que de una vez por todas podamos entrar en ese sitio, ver qué hay
debajo de la plaza.
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