01 07 2021 EN BUSCA DE IDEAS PARA LA CIUDAD DEL FUTURO

 


        Quienes son lectores, habituales u ocasionales, de esta columna semanal, saben que no suelo entrar en materia política, ni rozarla siquiera. No es que yo tenga alergia a esas cuestiones, pues durante muchos años fui comentarista habitual y no le hice ascos a meterme en los más complicados zarzales, pero eso es el pasado, entre otros motivos porque también entonces era diferente la forma de hacer política y uno podía acercarse a ella sin necesidad de recurrir a corazas especiales. Ahora hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y por eso hablar de política en un medio informativo ha quedado prácticamente en manos de los profesionales del tema, por lo común tertulianos repartidos por los más dispares espacios.

            Esta actitud personal mía no significa, en absoluto, indiferencia. Seguramente nadie lo puede ser, aunque algunos presuman de que a ellos esto ni les va ni les viene. Podrían decir lo mismo de respirar o beber agua. Hay cosas necesarias, que forman parte del ADN personal y entre ellas se encuentra la política, como se sabe desde que Aristóteles lo dijo. De manera singular, uno no se puede abstraer de lo que pasa en su entorno más cercano, la ciudad o el pueblo en que vive, cuya gestión le preocupa e interesa, por más que en ocasiones intente presumir de lo contrario. Si alguien hiciera una encuesta orientada a conocer las inquietudes de los habitantes de un lugar, con bastante seguridad el primer puesto correspondería a la actividad municipal.

            Se ha señalado como algo sorprendente, quizá inesperado, la salida del grupo de Cuenca nos Une del Ayuntamiento. Curiosa interpretación de algo que estaba cantado y, además, a plazo fijo: al llegar al ecuador de la legislatura. Su líder, Isidoro Gómez Cavero, lo dijo el primer día y lo ha cumplido. Podría haber habido una remota posibilidad de cambio de criterio, si las cosas hubieran sido espectacularmente distintas pero como no lo han sido, ha llegado la hora y el plazo se ha cumplido. Eso sí, sin explicar de manera clara y concreta las razones que lo justifican. Sus declaraciones son calculadamente ambiguas, sugiere algunos comportamientos internos, insinúa ciertas dificultades burocráticas, alude a determinados distanciamientos pero no aporta ni un solo dato sobre lo que realmente se cuece dentro de la vetusta casa consistorial, tan hermosa por fuera como disfuncional en sus intersticios y recovecos. Queda a la imaginación de los lectores, o sea, de los ciudadanos, adivinar lo sucedido realmente.

El Ayuntamiento de Cuenca es un barco a la deriva. Sus amarras con la realidad se soltaron hace ya muchos años, en un momento que no es cosa de historiar aquí, pero desde entonces va sin rumbo, al albur de las circunstancias cotidianas, improvisando en cada momento. Un buen símbolo de lo que digo es el inexistente Plan de Urbanismo, con veinte años de tramitación a sus espaldas. Cada uno de los cuatro últimos alcaldes ha prometido que en esa legislatura salía adelante y no, claro que no. Tampoco en estos momentos hay ninguna perspectiva de que pueda ocurrir tal cosa. Es un dato, un simple detalle, a mi juicio representativo de la ya crónica inoperancia de la maquinaria municipal. A eso alude el señor Gómez Cavero, pero lo sufren, lo sufrimos los ciudadanos todos los días. Es absolutamente impresentable que en el tiempo informatizado que vivimos, donde un papel se puede obtener de forma instantánea, con un click en el ordenador, las licencias de obra o de actividad necesiten meses y meses de tramitación. Eso revela la existencia de unos mecanismos funcionariales obsoletos, fuera de toda comprensión, pero también de la impotencia política para corregirlos. Y así podríamos desgranar un largo rosario de calamidades que vienen a entorpecer las penurias de nuestro siempre lacrimógeno Ayuntamiento.

Pero más allá de la anécdota o la casuística concreta, el problema fundamental, a mi juicio, es que no hay ni se ha estudiado ni formulado, una idea de ciudad. Aparte de arreglar baches y limpiar pintadas, qué se quiere hacer con Cuenca, cual es el destino, los objetivos, la filosofía que deben orientar los pasos que esta ciudad debe dar, con qué elementos y hacia dónde. Falta un proyecto de ciudad. Por ahora, la única idea es sobrevivir a trancas y barrancas. Poca cosa, me parece.

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