24 06 2021 IGLESIAS DE PUERTAS ABIERTAS
Ir a San Clemente es siempre una visita agradecida, porque pocos lugares hay que resulten tan reconfortantes, tan agradables de ver. Recorrer sus amistosas calles, tan bien provistas de elementos arquitectónicos y artísticos es un placer, el que proporciona la conciencia cierta de que se está en un lugar donde la armonía y la belleza encuentran adecuado acomodo, mediante un sabio equilibrio entre lo monumental y lo popular, sin que la habitual intervención modernizadora, que tantos percances ha producido en otros sitios de nuestra provincia, haya sido aquí especialmente dañina. Y no me refiero solo a la elegante Plaza Mayor, siempre en lugar destacado cuando se habla de estas cosas, sino al conjunto de admirables espacios y calles que a partir de ese punto central se prolongan por el resto de esta encantadora villa manchega que, por fortuna (según dicen los datos demográficos) parece resistir el ya agobiante asunto de la despoblación, manteniéndose en un nivel razonable y estable.
Entre
los variados méritos que se pueden encontrar en San Clemente hay uno que me
parece digno de ser destacado: su iglesia siempre está abierta, de manera que
se puede visitar sin tener que sufrir un rosario de penalidades hasta conseguir
encontrar alguien que quiera abrir las puertas. Dedicada al Apóstol Santiago,
se trata de uno de los grandes
monumentos religiosos de la provincia de Cuenca, del que se desprende una
generalizada impresión de sosiego, elegancia y belleza. Se encuentra al lado de
la Plaza Mayor, a la que se orienta una de las fachadas laterales, pero no (y
es cosa curiosa) la principal, a pesar de lo cual su presencia contribuye a
ennoblecer este espacio urbanístico, de características tan singulares. Como
sucede con tantos otros edificios, en este también se puede encontrar la
sucesión de estilos que marcaron la construcción, desde unos restos iniciales
del periodo gótico tardío o isabelino, el núcleo central renacentista (en el
que está la mano del gran Andrés de Vandelvira) y las últimas aportaciones
barrocas.
No es mi intención, ni mucho menos, hacer aquí una guía
turística de la iglesia de San Clemente, sino llegar a otro punto, pero no está
de más hacer una ligera referencia al interior, sobrio y elegante, de
estructura clásica, en el que destacan los fragmentos que se han podido
recuperar del altar mayor y, en capillas laterales, la talla gótica de Nuestra
Señora de las Nieves o la espectacular y singular cruz de alabastro que viene a
ser como una seña de identidad de este templo.
La iglesia de San Clemente siempre tiene las puertas
abiertas. Es un sólido ejemplo de lo que debería ser habitual y no lo es.
Comprendo sobradamente que en muchos pueblos, sobre todo los de pequeñas
dimensiones, eso ofrece serias dificultades pero que en una provincia que
aspira a desarrollar un eficaz tejido turístico debería ser afrontado mediante
soluciones novedosas. Todos los años se establece un convenio económico entre
la Diputación y el Obispado para emprender trabajos de restauración en los
edificios religiosos de la provincia. Bien están las obras, pero debería darse
un paso más: incluir en ese acuerdo de colaboración un mecanismo para contratar
personas que durante varias horas al día se encarguen de tener las iglesias
abiertas, al menos aquellas situadas en poblaciones de cierta entidad y con
atractivos para los visitantes, cuyo desconsuelo es evidente cuando encuentran
obstáculos para poder acceder a unos edificios que desean visitar, animados por
los datos que encuentran en las guías de referencia. Ese sistema permitiría
completar y perfeccionar el acuerdo entre las dos entidades y, además,
ofrecería una posibilidad laboral complementaria a los pueblos beneficiados,
algo siempre conveniente en la situación problemática que vivimos y de paso
también serviría para mejorar la, por ahora, muy precaria dotación de servicios
turísticos desplegados en la provincia de Cuenca. No todo es ir cada año a
Fitur para hacer un alarde tecnológico y gastronómico. Lo que verdaderamente
importa es estar al pie del cañón, en la base del problema. Una política de
puertas abiertas en las iglesias sería una inversión realmente positiva. Y
agradecida por todos.
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