28 01 2021 COSAS QUE PASABAN HACE CINCUENTA AÑOS
La década de los 70 introduce en Cuenca una sorprendente dinámica cultural en número y calidad tal que probablemente no ha existido otra similar en el resto del tiempo. No voy a cometer aquí la simpleza (por otro lado errónea o injusta) de considerar que aquello fue mejor y más intenso que lo que ahora tenemos a nuestra disposición. Tal cosa sería aceptar que cualquier tiempo pasado fue mejor y nunca he creído en semejante aserto ni creo que sea correcto considerarlo así. Las circunstancias eran otras y las posibilidades también y en ese panorama probablemente hay que considerar también la existencia de una generación hambrienta de saber, de conocer, de participar.
El preámbulo lo había marcado la llegada
de la Semana de Música Religiosa, en 1962, que introdujo en la ciudad un nuevo
espíritu y un interés original por un segmento hasta entonces vinculado al rito
litúrgico en los templos. A continuación, en una genial pirueta digna de un
malabarista conceptual, abrió sus puertas el Museo de Arte Abstracto, en 1966 y
de esa manera coincidían y se daban la mano el clasicismo con la más descarada
modernidad, señalando los perfiles que desde entonces y hasta ahora definen la
esencia de esta ciudad, en la que coinciden y conviven cuestiones tan
distanciadas.
Pero ambas cosas, Semana y Museo, tienen
un comportamiento muy concreto, específico, minoritario, si se quiere decir
así. Faltaba un tercer elemento, el del componente popular, abierto a todos,
disperso y amplio, que se pudiera disfrutar día a día , de una forma cercana.
Esa fue la aportación verdaderamente genial de la Casa de Cultura, que en menos
de un santiamén se convirtió en el cenáculo donde coincidían exposiciones,
conferencias, seminarios, conciertos, recitales y todo lo que se puede
imaginar. Impresiona leer el repertorio de todo lo que se hizo entonces y la
calidad intelectual de las personas que hasta aquí vinieron a regalarnos con su
sabiduría y su palabra.
Había un punto débil en ese aparente
paraíso: el dinero. Como institución pública, el presupuesto de la Casa de
Cultura era no solo limitado, sino escaso. Cuando la necesidad obliga surgen
las ideas ingeniosas. Al director, el siempre bien recordado Fidel Cardete, se
le ocurrió cortar el nudo gordiano: promover asociaciones de aficionados que,
por un lado, garantizaban un público permanente y por otro abonaban cuotas
fijas que podrían servir para sufragar los gastos. Con una enorme capacidad de
convicción fue moviendo los hilos, buscando las personas, promoviendo
reuniones, facilitando los trámites. El primero en tomar forma fue el Cineclub
Chaplin, que empezó a caminar en octubre de 1971 y de esa forma se convierte en
la asociación cultural más antigua de Cuenca, puesto que este año cumple los 50
de actividad ininterrumpida (pandemia aparte). Más laboriosa fue la gestión de
Amigos del Teatro, que arrancó en 1972 y por tanto será el año próximo cuando
cumpla también los 50, aunque como estuvo una buena cantidad de años sin
actividad, en realidad debemos considerar dos etapas distintas, separadas por
mucho tiempo entre sí. La tercera fue la Asociación de Amigos de la Música, que
inició su camino en 1973 y que, desdichadamente, desapareció a los pocos años,
sin que haya vuelto a reaparecer.
Recordaré aquí algunos nombres. Al
Cineclub le dimos forma en el voladizo de la Casa de Cultura. Con la
imaginación veo a Eduardo de la Rica, Eduardo Herrero, Gregorio Herrero,
Vicente Tusón, Alberto Martínez Casillas, José Morate, Juan Fernández Cursach,
José Ramón Nadal. Meses después, casi los mismos, nos reunimos para inventar a
los Amigos del Teatro, a la que dieron impulso Rafael Herrero, José Ramón
Nadal, Vicente Tusón, Sinesio Barquín, Ángel Luis Mota. Puede ser curioso
señalar que las presidencias las ocupamos dos periodistas del Diario de Cuenca. José Ramón Nadal se
hizo cargo del Teatro y yo del Cineclub. Todo lo que pasó después y hasta hoy,
claro, es otra historia.
Estas son algunas cosas que pasaron hace
50 años y quizá sería conveniente volver a comentar algunas de ellas, con más
detalle. El Cineclub Chaplin cumple este año medio siglo. Si la pandemia y la
autoridad nos dejan, habrá un largo y amplio repertorio de celebraciones.
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