18 05 2019 LOS DÉBILES SOPORTES DE UNA CIUDAD CULTURAL
Los débiles soportes de una ciudad
cultural
No voy a afirmar (sería una
temeridad) que leo y oigo todo lo que se dice en campaña electoral pero sí
puedo asegurar que me considero bastante bien informado a través de los
diversos canales de comunicación disponibles y que forman una auténtica maraña
de líneas que se entrecruzan hasta confundir lo que corresponde a unos y a
otros. Por eso creo estar en condiciones de asegurar que en toda esa batería de
palabras, algunas ciertamente exóticas, otras directamente tonterías y
banalidades, no hay espacio para la Cultura. Eso sí, en cuanto hay ocasión,
cualquiera de los candidatos afirmará, sin sonrojo alguno, que Cuenca es una
ciudad de Cultura y dará por supuesto que aquí estamos en el mejor de los
mundos posibles. Tenemos el Museo de Arte Abstracto y la Semana de Música
Religiosa, dos hitos en el panorama cultural español, reconocidos en todo el
mundo ¿Qué más se puede pedir?
Hace
unos días se ha jubilado la directora del Museo de Cuenca y en sus palabras de
despedida se han deslizado algunas que denotan un sentimiento de amargura por
no haber podido vivir un momento con el que seguramente contaba cuando se hizo
cargo de esa responsabilidad y tenía razón, porque entonces se daba por hecho
la inminencia de la remodelación y ampliación del vetusto a la vez que
atractivo recinto. La idea, la necesidad de ampliación del Museo aparece hace
no menos de 25 años, pero el proyecto concreto, el que ahora está encima de la
mesa, se presentó en 2010 e incluso creo que en los presupuestos del Consorcio
hay una partida importante reservada para este objeto, pendiente de que los
sectores implicados consigan eso tan cotidiano entre los seres humanos pero tan
difícil de conseguir en Cuenca: ponerse de acuerdo. De esa manera concluye una
década más en la que, sin embargo, se añade una curiosa circunstancia que viene
a completar el desolador panorama que ofrece cuanto tiene que ver con este
maltratado Museo. Para dar visibilidad a la importante colección de arte
moderno que en él se conserva, ahora almacenada, se ha rehabilitado nuevamente
la iglesia de Santa Cruz y ahí está, esperando la hora de apertura que nunca
llega.
Son
claro, dos cuestiones que Magdalena Barril pensaba ver resueltas durante su
etapa de gestión pero se despide quedando pendientes y, lo que es peor, sin que
en el horizonte se dibuje una perspectiva razonable que aventure una próxima
solución favorable. Pero no leo ni oigo, en esta campaña ni en la anterior, que
ninguno de los candidatos haga mención alguna a la ampliación urgente e
imprescindible del Museo de Cuenca ni a la apertura de la iglesia de Santa
Cruz, ni a muchas otras cosas que deberían formar parte de un catálogo de
preocupaciones culturales en el seno de un Ayuntamiento. No veo, por ejemplo,
que nadie hable de la penosa situación en que se encuentran las dos únicas
bibliotecas municipales que hay en los barrios y menos aún que se pretenda
seguir con su desarrollo, hasta completar el número de seis que fueron
proyectadas. Tampoco se quiere aludir (yo creo que ni pensar siquiera) en
desalojar de la Casa Zavala a los okupas que se han apoderado de ella, una
situación tolerada y alimentada monetariamente desde el propio Ayuntamiento. Sí
se ha aludido, aunque de una manera a la vez difusa y confusa, a la
reconversión de los antiguos almacenes municipales de Reyes Católicos en centro
de moderna dinamización cultural. Y otras muchas cosas pendientes y necesarias
para seguir progresando, de verdad y no solo de boquilla, en la definición de
una ciudad verdaderamente cultural, activa, creativa y receptora de cuantos
movimientos de importancia circulan por el ancho mundo.
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