17 04 2016 LA CASA CORRECHER
La Casa Correcher, un edificio serrano en la ciudad moderna
En un rincón casi
escondido de Cuenca, a la vista de todo el mundo pero sin que muchos se
percaten de la importancia del inmueble allí situado y mucho menos caigan en la
cuenta de que, tras las puertas y ventanas sistemáticamente cerradas pueda
existir algo que merezca la pena, se conserva una de las pocas casonas de
carácter popular que existe en Cuenca, con un equipamiento mobiliario de enorme
interés. Aunque el gran portalón ofrece una reserva de paso para vehículos, es
raro que alguien haya visto alguna vez movimiento a través de ese acceso, lo
que contribuye a la idea de que se trata de un inmueble abandonado o sin uso.
Idea errónea, desde luego.
Se trata de la casa
solariega de la familia Correcher, de profundas vinculaciones empresariales y
políticas con la provincia de Cuenca en general y la Serranía en particular. La
saga familiar tiene su punto de referencia más acusado en la figura de Juan
Correcher, el gran nombre vinculado con la expansión local de la industria maderera,
al montar la primera auténtica fábrica de aserrío, abriendo así el camino hacia
una expansión que si nunca logró un amplio desarrollo sí se convirtió en el eje
más dinámico de la economía local en la primera mitad del siglo XX. El
patriarca familiar decidió además prolongar esa actividad con la política,
consiguiendo sucesivas elecciones para ocupar escaño de diputado por Cuenca en
el Congreso, forjando así una peculiar figura, muy de la época, en forma de
cacique protector de los intereses locales que en buena medida se confundían
con los suyos propios. En su recuerdo, una céntrica calle de la ciudad lleva su
nombre. Por fortuna, el espíritu iconoclasta que atormenta a las jóvenes
generaciones de políticos locales no ha recaído todavía sobre este fragmento de
la historia de Cuenca.
La Casa Correcher se
encuentra en el número 2 de la calle Ramón y Cajal, esquina a la calle
Segóbriga. Es un conjunto formado por una vivienda y sus dependencias anejas,
dentro de una tipología popular (piedra y madera) que tiene ya muy escasas
muestras en la ciudad de Cuenca y menos en un espacio céntrico, sobre una
superficie de unos mil metros cuadrados. Fue construida hacia 1870, por
iniciativa del maderero, que abandonó su residencia en la parte alta de la ciudad
para ocupar este edificio, uno de los últimos ejemplos de la técnica
constructiva tradicional, antes de que se impusieran el cemento y el hierro,
destinada a ser, además de vivienda del propietario, centro de actividad de su
labor industrial, por lo que se prepararon dependencias destinadas a albergar
el material necesario. Por ello, su apariencia exterior es sobria y modesta,
sin olvidar que en tres ocasiones al menos se han hecho obras que han afectado
a su aspecto original, la última de ellas el año pasado, enfoscando las
fachadas con esa capa rojiza que tanto gusta ahora, pero por debajo de ella
queda la edificación original. En la fachada principal se abren dos grandes
ventanas enrejadas y una gran portalada, mientras que en la planta principal
hay tres balcones.
En el interior, la
vivienda principal es sumamente atractiva, pues además de las dependencias
propias contiene un riquísimo patrimonio de carácter popular: elementos ligados
a la carretería, como arreos, sillas de montar y carrozas, muebles domésticos,
útiles de cocina y comedor, piezas de cerámica, cobre, pinturas, banco de
carpintero, cocina de carbón, estufa de leña, herramientas usadas en la corta
de madera y su transporte, ganchos de conducción de las maderadas y dos
trinquibales (para arrastrar las maderas hasta el río) únicos en España.
En un lugar civilizado y
culto, como debería ser Cuenca, la Casa Correcher estaría abierta a las visitas
del público, como único ejemplar sobreviviente en la ciudad de lo que fue una
auténtica casa popular serrana y maderera. Pero no: sus puertas están siempre
cerradas y, probablemente, muy pocos conquenses saben qué maravilla hay en ese
pequeño, desconocido, olvidado rincón, a un paso de Carretería.
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