EL AMABLE SABOR ALCARREÑO LATE EN ARRANCACEPAS
De la Alcarria se podría decir, por simplificar una primera opinión, que es un territorio amable, suave, amistoso, sin alharacas llamativas, como se pueden encontrar en otros paisajes. Aquí todo parece sencillo y humilde, como si nadie quisiera llamar la atención más allá de lo prudente. Norma ancestral que se ha visto alterada en los últimos años por la aparición sorpresiva de la villa hispano-romana de Noheda y su espectacular mosaico, todavía envuelto en un discreto anonimato del que va saliendo a medida que unos y otros hablamos de él y contamos las maravillas que encierra. Por aquí discurre la carretera que desde su origen en el ya perdido Albaladejito se interna en los páramos alcarreños, discurriendo una delicada sucesión de cómodas curvas que se van adaptando a la naturaleza del terreno. A la fonética árabe se debe la transformación del clásico Olcadia en la actual Alcarria, aunque Madoz, siempre puntilloso, también asegura que los antiguos llamaban a esta comarca, Arcadi...