23 12 2021 TRISTE DESTINO DEL CONVENTO DEL ROSAL
En cada visita a la comarca de Priego suelo incluir, como si formara parte de un ritual establecido, el acercamiento a las ruinas del convento del Rosal. Lo hago siempre (también esta vez, hace unos días) animado con la secreta esperanza de que las obras de reconstrucción hayan avanzado algo desde la última visita. Es una ilusión vana, acompañada, siempre, de la conveniente frustración al comprobar, sobre el propio terreno, que todo sigue igual, o sea, en situación inmóvil, como si no pasara el tiempo, como si no fuera necesario o conveniente hacer algo para que estas hermosas ruinas salgan de su ya muy prolongada postración y alcancen una estructura más definida que ayuden a contemplarlas con un sentimiento menos triste del que ahora producen.
De
lo que fue potente recinto conventual, fundado en el siglo XVI, sobreviven la
iglesia y el claustro, ambos en situación muy preocupante. Del propio
monasterio no queda nada en pie, ni una piedra, y la amplia huerta que
proporcionaba abundantes y ricos productos para la mesa de las monjas se
utiliza ahora como desmochado campo de fútbol, en situación tan precaria que yo
pienso que hay que ser muy temerario para atreverse a correr y dar patadas a un
balón por semejante terreno.
En
la fundación están las familias Carrillo y Mendoza, tan poderosas como ricas,
de manera que el joven convento nació y creció en un ambiente de prosperidad,
gracias a las cuantiosas donaciones recibidas. Todo iba más o menos viento en
popa hasta que llegó la Desamortización del siglo XIX y allí no se acabó todo,
pero casi, para entrar en una época decadente que finalmente recibió la
puntilla en 1936, momento en que las franciscanas fueron expulsadas y el
convento utilizado en los diversos menesteres que la guerra necesitó, lo mismo
cuartel que hospital. Lo sorprendente, quizá, es que al terminar el conflicto
no solo no volvió la normalidad, como ocurrió en muchos otros conventos, sino
que este quedó totalmente abandonado y entró en un rapidísimo proceso de ruina
que en pocos años lo dejó maltrecho y en difíciles condiciones de recuperación.
En ese estado de ruina y abandono lo hemos conocido durante
las últimas décadas. La iglesia se mantiene medianamente en pie, incluso con su
espadaña dibujando el perfil en el cielo, pero quizá el aspecto más llamativo,
por su hermosa elegancia, es el claustro, que debió ser una bellísima pieza del
renacimiento.
Sabemos que tenía planta cuadrada, realizada con piedra de sillería bien labrada,
con seis vanos de medio punto abiertos en cada panda, sostenidos por pilastras
apoyadas sobre un muro bajo corrido. La parte superior de estos vanos se
cerraba con arcos de medio punto con arquivoltas. Además, como elementos
decorativos aparecen rosas labradas en las enjutas de los arcos. En el centro
del patio existía un pozo y en un rincón había un rosal, en el que según una
recurrente tradición piadosa se apareció la Virgen que dio nombre al monasterio;
se cuenta, con tintes de leyenda milagrosa, que el rosal siempre se encontraba
con rosas y hojas verde, en verano y en el invierno, y que las monjas
intentaron plantar esquejes en otros sitios y nunca lograron que enraizara.
Debido al
sistemático saqueo llevado a cabo por los vecinos de Priego, ha desaparecido la
mayor parte de las piedras por lo que la posible reconstrucción de este
hermosísimo claustro pasa necesariamente por labrar otras nuevas. Durante los
últimos años han surgido diversos intentos de recuperación, sobre todo cuando
la sensibilidad colectiva por el patrimonio cultural se fijó en estas hermosas
y tristes ruinas; de hecho, en 1985 y por iniciativa de la Diputación se
llevaron a cabo obras de consolidación de los restos, sin que esos trabajos
tuvieran continuidad. En el año 2011
Comentarios
Publicar un comentario