04 05 2019 DE VOLÚMENES VACÍOS Y UTILIDADES PERDIDAS
De volúmenes vacíos y utilidades
perdidas
No
parece haber tenido un eco especial, en ningún sector de opinión, el abandono
definitivo por parte de sus usuarios y consiguiente cierre total del edificio
situado en mitad de la avenida República Argentina, dedicado en los últimos
años a servir de acomodo a la delegación provincial de Educación y Cultura,
trasladada ahora a otro inmueble hermano del anterior, en cuanto a fechas de
construcción pero, a lo que parece, con una más sólida estructura.
A
simple vista y sin necesidad de recurrir a los aparatos de medición de
superficies, yo diría que este edificio es el de mayor volumetría de cuantos
existen en la parte baja de la ciudad, lo que aumenta, me parece, las
dificultades de su reutilización e incluso, quizá, de su mantenimiento en
condiciones idóneas. Es bien sabido que todo inmueble cerrado y sin uso se ve
abocado casi de inmediato a introducirse en un delicado proceso de deterioro
que, andando el tiempo, puede conducir a situaciones indeseadas. Pero, salvo
que lo lleven en secreto, no tengo noticias de que nadie haya dicho ni
insinuado siquiera qué se piensa hacer con él.
En la
fachada principal, una placa recuerda que es un “Edificio construido en 1946 y
ampliado en 1950”. Se levantó a la vez que el Instituto Alfonso VIII y, de
hecho, formaban una sola y potente manzana, porque el edificio a que me estoy
refiriendo fue habilitado para servir de sede a la Escuela de Maestría, que
allí permaneció hasta que estos estudios fueron trasladados al hoy denominado
Instituto Pedro Mercedes, vacío que fue cubierto pronto para acomodar a la
administración educativa. Hasta ahora.
La
avenida de la República Argentina (por cierto, el único país del mundo que
tiene calle en Cuenca) se trazó en los años posteriores a la guerra civil,
transformando en viviendas lo que eran almacenes, talleres, garajes y solares.
En uno de ellos se instalaba cada año la Feria de Ganados. Es la primera calle
conquense que se definió de acuerdo con criterios del urbanismo moderno, en
rigurosa línea recta y una anchura considerable para la época; desde el
comienzo quedó claro que esta debería ser la salida hacia Madrid, aunque por
entonces estaba aún lejos la construcción del puente nuevo que, finalmente,
vino a confirmar aquel primitivo propósito.
Que un
edificio de esas dimensiones (y, por lo que dicen, en delicado estado de salud)
quede vacío plantea a la ciudad un evidente problema, que se une a otros casos
que ya van siendo antiguos, como el convento de las Siervas, puesto en venta
sin que aparezca comprador o el Hotel Iberia que, salvo la sala de exposiciones
de la planta baja, tampoco tiene un destino definido. En estos momentos, no parece
haber en el horizonte inmediato muchas necesidades que busquen alojamiento,
salvo el bloqueado asunto de la Colección Roberto Polo, cuya instalación
definitiva obligaría al traslado del Archivo Histórico Provincial, tema por
ahora pendiente de que terminen las elecciones que tenemos en el horizonte a
ver si el nuevo mapa político resultante favorece que termine bien lo que ha
tenido tan catastrófico inicio. No se si alguno de los tres inmuebles a que me
estoy refiriendo reuniría las condiciones necesarias para ser considerado como
viable en la solución favorable de tan complicado tema.
Son
cuestiones que la nueva corporación municipal, cuando se forme, debería poner
encima de la mesa, aunque son tantos los delicados problemas pendientes que
quizá este se considere de segundo nivel y no necesitado de una solución
inmediata. Al menos, mientras no amenacen ruina total.
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