16 02 2019 GRAVES DILEMAS EN EL HORIZONTE INMEDIATO
Graves dilemas en el horizonte
inmediato
Como vivimos en un tiempo
confuso y contradictorio sucede que, mientras por un lado se difunden y
propagan intensas medidas encaminadas a defender la privacidad de los seres
humanos y el derecho que cada uno de nosotros tiene a pensar, vivir y hablar
como la parezca oportuno, de otro nos mostramos alegremente inconscientes
exponiendo públicamente cualquier aspecto de esa intimidad que pretendemos
mantener como principio intocable e impoluto. Por eso me sigue maravillando el
desparpajo con que tantas personas, cada vez más seguramente, hablan en voz
alta utilizando el móvil, y da lo mismo que sea en medio de la calle, en una
cafetería o en el autobús lo que permite a los demás, oyentes involuntarios,
enterarnos de cuestiones de la más estricta intimidad. Nada importa y ninguna
prudencia parece ponerse en juego. Ahora los espías lo deben tener muy fácil:
ya no hace falta arrimar la oreja a una puerta ni desarrollar sofisticados
sistemas de escucha.
Caminaba
yo tranquilamente por una calle cualquiera de nuestra ciudad cuando coincidí
con un joven que me adelantó mientras hacía eso que digo, o sea, hablar en voz
alta con el móvil. La frase que dijo en ese instante fue muy expresiva: “Como
la campaña empieza el viernes santo, aclárame si ese día voy a pegar carteles o
de procesiones”. Grave dilema, efectivamente, y más para quien tiene el corazón
dividido entre la obligación y la vocación.
Cuando
escribo este artículo sabemos cuándo serán las municipales, autonómicas y
europeas, gracias a que, por fortuna, corresponden a un calendario estable,
pero no lo que sucederá las generales, sujetas al albur de lo que en cada
momento decida el presidente del gobierno, situado ante un grave dilema:
pronto, tarde o más tarde. Aún no hemos salido de la resaca de lo que pasó en Andalucía
ni del sobresalto de la moción de censura y ya tenemos por delante un horizonte
electoral bien nutrido. En los comienzos de la democracia, ir a las urnas era
una fiesta muy divertida y estimulante, en la que participábamos con verdadero
entusiasmo, animados además por un gobernador civil encantado con toda la
parafernalia electoral, que manejaba eficazmente, dicho lo de manejar con la
mejor de las intenciones. Pasado el tiempo, se detecta un claro cansancio,
desinterés o apatía en las generaciones que han venido detrás; los índices de
abstención lo manifiestan y el esclerótico mecanismo de los partidos (los
clásicos y los nuevos) no ayuda a promover el entusiasmo. Con esas
perspectivas, se abren ante nosotros muy turbios horizontes y graves dilemas.
Como el
que tienen los responsables de elaborar las listas. Conocemos ya los nombres de
casi todas las personas que van a encabezar las candidaturas municipales, pero
sabemos muy poco de los que irán detrás. En unos casos, los partidos impondrán
los aspirantes a concejales; en otros, es posible que el primer candidato tenga
capacidad suficiente para elaborar su propia lista, dando un golpe encima de la
mesa como ha hecho Carmena en Madrid. Esos nombres son importantísimos, porque
pueden hundir alguna candidatura. Un par de ellos, que ya circulan por ahí, de
boca en boca, me han producido auténticos escalofríos. ¿Alguien puede contar
con semejantes individuos, con tales historiales anteriores? Pues sí, al
parecer siguen teniendo la habilidad necesaria para colarse, de frente o de
rondón, en una lista encabezada por una persona de bien. Grave dilema tienen
los candidatos para acertar en la búsqueda de lo más conveniente.
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