28 07 2018 HABLANDO DEL TRASVASE, TODO SIGUE IGUAL
Hablando del trasvase, todo sigue
igual
Como
sucede cada vez que hay cambio de gobierno, quienes hasta entonces han estado
postergados por el anterior plantean una serie de cuestiones, de variado
carácter, que esperan, confiadamente, poder resolver en el nuevo tiempo que se
abre. Lo normal, y a las repetidas experiencias me remito, es que pasado el
tiempo de la euforia inicial, todo siga igual, porque en eso, dictaminó el
clásico jesuítico antiguo, consiste la mudanza, en que nada cambie para que
todo continúe con las mismas características. Sin embargo, es consustancial al
ánimo de los seres humanos actuar confiadamente en que sus deseos puedan llegar
a ser convertidos en realidad y los múltiples tropezones que nos da la vida no
son capaces de amilanar esa confianza, de modo que puesto en posición de marcha
el nuevo gobierno se le han planteado viejas cuestiones pendientes.
Dos de
ellas vienen acompañadas de una especial urgencia a la vez que de exigencia: el
ATC en Villar de Cañas y el trasvase Tajo-Segura. Los más optimistas, que los
hay, a pesar de las repetidas experiencias, daban por sentado que en breve
plazo el gabinete progresista y renovador encabezado por Pedro Sánchez daría
pronta respuesta a ambas cuestiones. Lo ha hecho, levemente, sobre la más
fácil, la primera, para la que ha dictado una especie de suspensión del trámite
para estudiarlo más a fondo. Opción razonable y que no compromete a nada,
aunque los enemigos de esa obra han cantado rápida victoria, dando por supuesto
que ya todo está hecho y el dichoso almacenamiento nuclear periclitado. Me
parece que las cosas no están tan claras y por ello convendría actuar con
cierta prudencia por si acaso donde dije digo hay que decir diego.
Pero, como he señalado, eso era
relativamente fácil. Villar de Cañas es un pequeño pueblo de la provincia de
Cuenca donde hay un mínimo nivel de votantes a los que resulta sencillo desairar
en sus expectativas, más aún si, de paso, se da pábulo a la demagogia
ecologista, tan poderosa en los tiempos que vivimos. Lo otro, lo del trasvase,
es harina de otro costal. Ahí hay miles de votos, poderosísimos intereses
económicos y políticos, un entramado de holdings que viene condicionando a
todos los gobiernos de este país, al que ni las protestas de los pueblos
perjudicados ni las demandas ni las sentencias del Tribunal Supremo ni la
aparente (solo aparente) discrepancia de sus socios en el gobierno de
Castilla-La Mancha son capaces de mover un ápice del objetivo final. Y eso
viene ocurriendo lo mismo con gobiernos conservadores que socialistas,
partidarios todos de la inamovible continuidad, como acabamos de comprobar con
la primera decisión adoptada en esta materia.
El trasvase Tajo-Segura fue
pensado y diseñado inicialmente durante la República, siendo Largo Caballero
ministro de Fomento, pero lo planificó y ejecutó el franquismo, que aprobó en
1968 el plan proyectado por el ministro Silva Muñoz. Conviene señalar que desde
el primer momento, pese al férreo control que entonces se ejercía, la provincia
de Cuenca plantó cara a lo que se advertía como un gravísimo expolio de nuestra
riqueza colectiva, sin recibir a cambio ninguna compensación que pudiera
equilibrar el daño producido en beneficio de terceros. Desde entonces y hasta
hoy, se viene aplicando un sistema racionalmente injusto que solo contribuye a
incrementar el desequilibrio territorial, marcando las diferencias entre los
ricos y los pobres. Corregirlo, es lo que hubiera debido acometer ya el nuevo
gobierno para demostrar con hechos que algo va a cambiar en este país. Por lo
pronto, todo sigue igual.
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