LAMENTABLE ABANDONO Y DETERIORO DE LA ESTACIÓN DEL FERROCARRIL
Forma parte de las costumbres humanas señalar con el dedo (o con algún otro signo) las debilidades, fallos o incongruencias que se registran en las conductas, sean individuales o colectivas. Antiguamente, tal cosa iba acompañada de algunos símbolos visibles, como poner de cara a la pared durante un buen rato a los alumnos indóciles o dejar sin postre al zagal revoltoso en casa, por no hablar de otros remedios más contundentes, en forma de azote en el trasero, bofetón en el rostro y similares, costumbres aparentemente desalojadas ya del repertorio disciplinario social y familiar. Sigue existiendo, desde luego, un sistema punitivo encaminado a castigar conductas reprobables, pero ahora se hace por lo general por la vía de la sanción económica, pues parece que lo que más nos duele son los atentados al bolsillo. Una forma práctica de sacar los colores (es un decir) a las instituciones públicas es emitir informes o comunicados que pongan de relieve sus puntos débiles. No estoy s