05 06 2025 ARCAS, EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA EN TORNO A UNA BELLA IGLESIA

 

Hay lugares que se identifican visualmente, en la mente, con una imagen que resulta suficiente, por sí misma, para dar idea de cual es y dónde está ese lugar. Los ejemplos son cientos, desde la Giralda de Sevilla hasta la Torre Eiffel parisina o la Estatua de la Libertad a la entrada de la ciudad de Nueva York, En nuestro caso provinciano, también hay algunos ejemplos esclarecedores, aunque no muchos. Sin duda, uno de los más rotundos, reproducidos cientos de veces, es el que corresponde a la iglesia románica de Arcas, en concreto la imagen de su airosa y original espadaña lateral, con un arco inferior por el que se llega al cuerpo principal del edificio. Es, desde luego, también la que he tenido delante para acompañar este artículo, pero a la hora de la verdad la he descartado para poner en su lugar otra, que a mí personalmente siempre me ha parecido una maravilla del arte y de la arquitectura, una auténtica joya que tenemos aquí, en Cuenca, apenas a diez minutos de la capital y que, sin embargo, pudo sobrevivir totalmente ignorada durante siglos, sin que ni viajeros ni cronistas cayeran en la cuenta de que ese edificio estaba ahí, desmoronándose, cayéndose a pedazos, hasta que el propio obispado tomó la decisión de derribarlo por completo.

Es una historia seguramente conocida y que yo mismo también he comentado en alguna ocasión. Fue la tenacidad de un sencillo y buen párroco de pueblo, Aurelio Patón Castellano, quien con constancia cabezona empezó a llamar aquí y allí hasta encontrar la capacidad receptora de Ángeles Gasset y Gustavo Torner que invirtieron el proceso y a su vez movieron otros hilos superiores para poner en marcha la operación, nada fácil ni barata, de salvar la iglesia románica de Arcas. Era finales de 1961 cuando se puso en marcha el proceso, en principio de manera algo artesanal y voluntarista, a partir de un primer proyecto elaborado por Rodrigo de Luz, sustituido luego por el que realizó Francisco Pons Sorolla, arquitecto responsable del programa de ordenación de ciudades de interés artístico-nacional.

La historia de esta recuperación es verdaderamente uno de esos momentos que hacen a uno reconciliarse con el resto de la humanidad, olvidando otros desastres patrimoniales que por desgracia nos invaden con más frecuencia de la que sería conveniente. Esta joya, dedicada a la Natividad de Nuestra Señora,  la tenemos ahora ahí, a la vista, por fuera y por dentro, porque su párroco actual, el sabio Vicente Malabia, la enseña y explica a cualquiera que tenga interés por conocerla.

La iglesia es, naturalmente, el punto central de referencia para conocer el pueblo de Arcas, cuya configuración urbanística, un tanto anárquica, se ha adaptado para organizarse en torno al emblemático edificio, que tiene por delante una irregular Plaza Mayor, con varias edificaciones de interés, aunque son ya muy escasos los ejemplos de arquitectura tradicional, derrotados abiertamente por la abrumadora proliferación de viviendas de todo tipo, en bloque, adosados y chalets aislados que están transformando completamente el carácter. Delante de la iglesia está también el Ayuntamiento, y en otra calle próxima el cuartel de la guardia civil. La calle lateral que baja desde la iglesia al cuartel lleva el nombre de Ángeles Gasset, en justo reconocimiento a la labor realizada por esta ilustre, amable y simpática mujer, de tan grato recuerdo en quienes entonces eran niños en el casco antiguo de Cuenca, encantados con los curritos de doña Ángeles. Desde la plaza se puede subir hasta las eras o continuar el recorrido hacia la parte más baja del pueblo, en dirección a la carretera. En ese sector se encuentra la Plaza del Chorro, con una antigua y abandonada fuente pública, que mereció el comentario elogioso de Madoz, al calificarla de “muy abundante en todo tiempo, con un hermoso pilar de sillería suficiente para beber 30 bestias a la vez, y un gran estanque de igual construcción que sirve para dar riego a todos los huertos contiguos a la población”. La fuente actual es de 1955, según la inscripción que hay en ella.

Arcas fue siempre un pequeño lugar, que de estar situado en otras condiciones geográficas se vería implicado en el proceso destructivo de la España vaciada, pero su proximidad a Cuenca ha cambiado esas circunstancias por la contraria y hoy, con una población de 2264 habitantes, conoce una situación expansiva, con urbanizaciones en los alrededores (incluida Cañada Molina) y numerosos chalets ocupados por personas que trabajan en la capital, que se han adaptado perfectamente a este amable lugar, famoso entre otros motivos por la panadería y, desde luego, por el concierto anual dedicado a un repertorio de música antigua que se ofrece aquí durante a Semana de Música Religiosa, generalmente una maravilla que conjunta los sonidos medievales con el acariciador, aunque fresco, ambiente protector de los muros eclesiales.

A la iglesia de Arcas se accede por una portada que es un bellísimo ejemplar ojival; se encuentra en posición adelantada sobre el muro sur, en el centro de la nave y la forman cinco arquivoltas apuntadas y abocinadas con baquetones que apoyan en cinco columnas acodilladas en retirada (es decir, formando una línea diagonal desde la más exterior a la más interior), con fuste liso de una sola pieza y capiteles de penca, terminados en volutas que dan lugar a una atractiva serie de formas curvas de naturaleza vegetal. Un experto, Luis Cervera, que estudió a fondo el edificio, explica que “las basas presentan un diseño clasicista y en el vacío que se produce entre el plinto de planta cuadrada y el circular del toro aparecen variadas garras y botones, decorados ambos. Los diseños de las garras son iguales, mientras que los de los botones son diferentes”. Hay también un recercado con decoración de puntas de diamante. Dos ventanas enrejadas, estilo Renacimiento, en posición simétrica con relación a la portada, completan la fachada. Se trata, con toda evidencia, de una obra que, aunque iniciada en el románico, pertenece ya al gótico pleno, lo que permite deducir que recibió de manera directa la influencia de quienes estaban trabajando en la catedral de Cuenca a comienzos del siglo XIII.

Esta es la imagen que he elegido para ilustrar este comentario. La fácil es la otra, la de la espadaña lateral, pero a mí siempre me ha parecido que esta filigrana ojival es una auténtica maravilla, de esas que se puede estar mirando tiempo y tiempo, sin cansar nunca.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

04 07 2024 NO LE TOQUÉIS MÁS, QUE ASÍ ES LA ROSA

09 01 2025 ABIA DE LA OBISPALÍA, EN EL CORAZÓN DEL TERRITORIO EPISCOPAL

21 11 2024 CRISTIAN CASARES, UN ROMÁNTICO A ESCENA